Revista Cultura y Ocio

Mi problema con la "adaequatio"

Por Daniel Vicente Carrillo


Si desaparece la materia, ¿desaparece con ella la verdad y no es verdad que ya no haya materia? ¿Hasta qué punto requiere lo verdadero de un referente real? La verdad estará o no en función de los hechos según los límites que ella misma se fije. Pero a las verdades así limitadas yo prefiero llamarlas certezas.
La verdad no precisa de confirmación empírica, ya que la realidad cambia siempre y la verdad no ha de cambiar nunca. "Ser" significa "Ser para todos los observadores". No es correcto "El cielo es azul", sino "El cielo parece azul". Por tanto, ceñir la verdad a un instante de la existencia es ceñirla a un observador y exponerla a su autocontradicción respecto a otro, que la habrá observado de un modo distinto. Sin embargo, la verdad no necesita de concordancias intersubjetivas, pues no ha de depender la verdad de la percepción, sino la percepción de la verdad. De ahí que decir "Puedo engordar en un año" sea totalmente verdadero, aunque nunca se cumpla el hecho previsto y nadie esté en disposición de constatarlo jamás, extremo éste que tendremos por accesorio.
Así, para que la verdad sea algo distinto de la no contradicción, deberá serlo según la experiencia, es decir, lo será para unos y no para otros. Sencillamente no veo la razón de decir que la verdad es la adecuación entre un estado de hecho y la proposición que lo describe. ¿Por qué habría de serlo? ¿Porque a algunos se lo parece o porque incurro en un absurdo si los contradigo? Podemos pensar verdades que no cumplen esa regla, como la que he enunciado relativa a los supuestos hipotéticos y tantas otras. ¿Son verdades de una casta distinta a las verdades empíricas? ¿Acaso son menos ciertas?


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