Revista Coaching
Esta entrada viene como respuesta a un comentario que se planteaba en el último artículo titulado "NoMiedo: Atrévete!".
Hola Icíar.
Pienso que no hay que ensalzar el hecho de enfrentarse al miedo. Eso lleva fácilmente a sentirnos culpables y cobardes cuando no es así. A veces el hecho de enfrentarte al miedo no te aporta nada. Simplemente lo pasas mal. No se puede garantizar que siempre merece la pena atreverse, y la tolerancia o nivel de consciencia de la persona frente al miedo es algo que hay que respetar.
Gracias.
Gracias Alberto por compartir tu punto de vista. Esta entrada fue escrita hace tres años (los lectores fieles a este blog ya se habrán dado cuenta de que no es nueva) pero esta semana "misteriosamente" se activó como entrada nueva al añadir una funcionalidad nueva al blog. No lo vi hasta el día siguiente y no le di demasiada importancia. Luego al ver tu comentario volví a leerla y recordé la situación y el momento que inspiró lo escrito y una sonrisa apareció de nuevo. Luego volví a ver el vídeo y me emocionó lo mismo que la primera vez que lo vi. Gracias por ser el "impulso" para estos dos momentos...
Creo que siempre que elegimos el "no miedo" estamos eligiendo en favor de nuestro Ser, ya que él es paz y amor y no miedo. Siempre que una situación nos despierta una emoción, del tipo que sea, nos está dando la oportunidad de elegir con que maestro queremos verla. Si la vemos con el "ego", el causante de esa emoción, puede que reaccionemos y entonces pensemos que es esa persona, esa situación o eso que he leído lo que está provocando que yo me sienta culpable cuando no se trata más que de nuestro ego jugando al despiste y haciéndonos mirar fuera donde no está la solución. Otra de las estrategias del “ego” es negar lo que estamos sintiendo ya que es doloroso para nosotros y hacer como que no pasa nada o pintarlo de un color más bonito para rebajar el impacto. Entonces evitamos situaciones o personas porque pensamos erróneamente que eso es lo que nos hace sentir mal. El “ego” o nuestro “yo pequeño” como yo lo llamo, siempre va a querer evitar que “sientas” la emoción y para ello utilizará uno de estas dos estrategias, la proyección (ver entrada de "la sombra me persigue") o la negación.
Nuestro Ser o el “Yo grande” como yo lo llamo, no siente miedo ya que su naturaleza es paz y por lo tanto sabe que no te va a pasar nada por sentir esa emoción. Es como cuando un niño (“yo pequeño”) tiene pesadillas por la noche y su padre (“Yo grande”) le tranquiliza porque sabe que sólo son sombras o ilusiones que no tienen poder sobre él. Cuando elegimos como maestro a Nuestro Ser simplemente reconocemos la emoción y luego pedimos su ayuda para que corrija realmente la causa de esa proyección que siempre está en nuestra mente (ver entrada de Ho’oponopono el apartado de causa y efecto). Desde ahí luego hacemos lo que nos sintamos inspirados a hacer. Si elegimos como maestro al Espíritu, esa situación se convierte en una oportunidad para elegir el “no miedo” y de esta forma acercarnos a nuestra naturaleza de paz. Creo que siempre que elegimos el “no miedo” hay una consecuencia aunque no siempre aparezca bajo la forma que esperamos y por eso tengamos la sensación que de no nos aporta nada.
En ocasiones elegiremos a favor del “no miedo” y en otras a favor del “miedo”, si es así se nos dará una nueva oportunidad de elegir ya que el miedo seguirá ahí y volverá a salir a la superficie una y otra vez hasta que decidamos mirarlo de frente. Nuestro Ser no está preocupado porque sabe que en algún momento le elegiremos a El como “guía”. Nuestro Ser lo único que nos pide es “elígeme a mí”. Si me eliges a mi te darás cuenta mirando a ese miedo que el mismo no existe y dejarás de sufrir. Sólo te plantea una pregunta, ¿hasta cuando quieres seguir sufriendo? Y esperará pacientemente a que estés preparado para elegirle como compañero de viaje.
No podemos elegir las situaciones que vamos a vivir (si esto no fuera cierto ninguno de nosotros habría elegido algunas de las experiencias que le ha tocado vivir), no podemos elegir lo que otro va a decir o a hacer, pero si podemos elegir con que maestro queremos ver esa situación. Uno nos aportará paz, el otro sufrimiento.
He elegido muchas veces a favor del miedo y todavía en ocasiones me cuesta escoger como maestro al Espíritu, pero mi experiencia me dice que siempre que he elegido el miedo como compañero de viaje he acabado sufriendo. Por supuesto esto es simplemente mi punto de vista y lo que puedo decirte Alberto es que elijas a favor de tu Espíritu. Que lo elijas como tu guía y el corregirá con cariño todo aquello que aparenta ser dificultad y te ayudará a volver a tu verdadera esencia que es paz.
Como dice Rumi, “tu tarea no es buscar el amor, sino tan sólo buscar y encontrar todas la barreras internas que has creado contra él.”
Un abrazo