Al mes de nacer la pequeña Patatita, Papá Patata volvió trabajar y yo me quedé sola en casa. Todo el mundo me decía que los bebés duermen una barbaridad, pero en el caso de la Patatita, tras el primer mes en que solo comía y dormía, solo ha querido jugar haciendo minisiestas. Por un lado esto me ha permitido disfrutar de ella un montón pudiendo jugar permanentemente con ella, pero también hace que me tenga que dedicar más a ella y menos a las tareas de mi casa. Afortunadamente cuando nació nos prestaron una mochila portabebés, que me permitía tenerla conmigo por casa y dejándome las manos libres para poder hacer cosas por casa. De no haber contado con esta ayuda, ahora mismo mi casa sería una auténtica leonera.
Esta primera mochila era una Baby Bjorn, aparentemente muy cómoda para la espalda ya que tiene un montón de refuerzos, y muy rápida y fácil de colocar. Sin embargo la Patatita fue cogiendo peso muy rápidamente y empecé a sufrir unos dolores tremendos tanto en los hombros como en la parte baja del abdomen. Leyendo sobre el tema en contré que además la postura que adopta el bebé en este tipo de mochilas hace que cargue todo su peso sobre los genitales por lo que no es lo más adecuado. Buscando y buscando encontré la Red Canguro, que es una asociación de madres y padres que utilizan portabebés y comparten sus experiencias, y ahí descubrí los fulares portabebés.
Los fulares portabebés son unos pañuelos largos, de unos 4-5 metros que mediante nudos nos permiten portear a nuestro bebé de la forma que más se adapte a nuestras necesidades, preferencias o pesos (aguantan hasta 15 kilos). Casualmente mientras investigaba todo esto salió una oferta en una de estas tiendas outlet que venden por internet y ofrecían uno de la marca Baby Moov bastante económico, encima coincidió con el Bautizo de la peque así que fue una de las cosas que pedí como regalo.
Una vez ya en casa pude comprobar lo poco que ocupa y pesa. Era el moento de experimentar con los nudos. No puedo decir que me resultara especialmente sencillo en un principio, y aunque el fular venía con un manual con todos los nudos posibles no me hacía con ello, pero para eso está en internet y en Youtube hay un montón de tutoriales que explican perfectamente como anudar. De todas maneras os recomenido que si os ponéis a practicar tengáis a alguien cerca, porque al principio parece que el bebé se te va a escurrir por cualquier sitio...
Ya cogido el truquillo a los nudos el fular resulta tremendamente cómodo, nada que ver con la mochila. Aunque la Patatita pesa nueve kilos apenas se nota su peso y ella se siente cómoda y con libertad de movimientos en sus bracitos. En el fular el peso no se carga sobre los hombros, si no que se reparte entre hombros, esplada y caderas.
Lo mejor de todo es que no solo aporta comodidad y libertad de movimientos tanto a la Patatita como a mí, si no que además hay estudios que demuestran que los bebés que pasan unas tres horas diarias siendo porteados lloran un 40% menos que los que nos son porteados (ya sea en un portabebés o en brazos). También les recuerda el confort intrauterino, se sienten protegidos, escuchan más cerca los latidos y la voz de su madre. El bebé participa en mayor medida de las actividades realizadas por su porteador y amplia su campo de visión.
Desde luego encuentro un montón de ventajas en el uso del fular y espero poder seguir usándolo bastante tiempo.
En la página de Facebook os dejo enlaces explicativos sobre el porteo y de como hacer los nudos por si tenéis curiosidad u os puede resultar de utilidad.
¿Vosotros también sois de usar portabebés o sois más de carrito y brazos?