Revista África

Mi superhéroe favorito

Por Africaenportada

Mi superhéroe favorito tiene un 32 de pie y, sin embargo, nos lleva muchas zancadas de ventaja. Pesa 22 kilos, aunque yo creo que deben de ser más, porque ese corazón no puede ser tan ligero. Mi superhéroe favorito no sabe que es un superhéroe, porque él seguramente crea que no ha salvado a nadie, sino que ha sido al revés. Pero lo cierto es que él nos ha salvado un poco a todos, a todas y cada una de las personas que desde hace tres meses nos hemos cruzado con él. Porque, en realidad, ha sido él quien se ha cruzado con nosotros.

Mi superhéroe favorito se llama Henry. Tiene nueve años. Los cumplió hace unos días y para él fue su primer cumpleaños: nunca antes lo había celebrado. Lo hizo, con tarta de chocolate incluida, en Vitoria, muy lejos de su tierra natal, ese pequeño rincón de África Occidental al que los conquistadores portugueses tuvieron a bien llamar Sierra Leona. Su ciudad y su familia quedaron atrás en agosto, cuando se subió en un avión rumbo a España para que unos médicos de otra galaxia le salvaran la pierna, y la vida. Cuando lo preparaban para el viaje, las monjas de las Misioneras Clarisas le enseñaron en un libro lo que era un avión. Quién sabe lo que entendería de la explicación. Luego, vio los aparatos con sus propios ojos a través de los cristales del aeropuerto de Freetown. Aquello lo fascinó. Sería sólo la primera de sus fascinaciones. Luego vendrían el helado, el agua caliente saliendo de la ducha, el ipod y un extraño bicho amarillo llamado Bob Esponja. 

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Quizá Henry no sepa qué es un superhéroe. Habrá que explicarle que son seres venidos de otra dimensión, que tienen un poder inimitable, que aparecen justo en el momento en el que se los necesita y que siempre consiguen salvar a quienes están en peligro. Qué cosas. Porque él vino de Lunsar, un rincón que a veces parecía pertenecer a otro planeta, con una fuerza inexplicable que le permitía mantenerse en pie a pesar de tener el fémur carcomido. Porque llegó andando, asido a un palo de madera, para romper el escudo invisible con el que los blancos manteníamos la distancia de la miseria que veíamos a nuestro alrededor.  Nos recordó que detrás de cada niño con los zapatos rotos había una historia que no conocíamos y nos puso delante de nuestras narices la suya propia. Porque estaba claro que, si la conocíamos, el escudo invisible volaría en pedazos. Y voló. Y Henry consiguió poner en marcha una cadena humana que aún sigue creciendo, en la que cada uno sacó lo mejor de sí mismo, y se entregó incondicionalmente, y nos salvó de olvidar lo que es de verdad importante, que hay personas muy buenas y que las grandes hazañas son posibles. Y, en este caso, la hazaña era salvarlo. Y salvarnos. Y lo está consiguiendo. Por eso es mi superhéroe favorito. 

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Continuará… De momento lo dejamos aquí.


Mi superhéroe favorito

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