“La carencia de tiempo libre potencia la incidencia de patologías como la ansiedad y el estrés.”
Corro para ver…
Corro para ser…
Corro para respirar…
Corro para llegar…
Corro… para no tener que correr…
Mil veces habré dicho “no tengo tiempo”, “me faltan horas”, “ojalá pudiera… pero no puedo”… Mil veces habré oído las mismas frases de otras personas…
No es solo un decir o una escusa sino que la sensación es real. En algún momento he entrado en la dinámica de dejar que el tiempo se me escapara.
Este verano me encontré con una amiga, escritora y alma solidaria, que hace unos años dejó la capital y se fue a vivir en las afueras de Sevilla y me dijo que lo que más aprecia de ese cambio es que ahora su vida tiene meses, los meses tienen semanas, las semanas tienen días y los días tienen horas.
Mi hizo reflexionar sobre el tiempo. Llevo años persiguiendo mi tiempo – muy consciente de ello y practicando mindfulness – pero aún así tengo la sensación de correr detrás… haciendo un montón de cosas pero nunca suficientes.
Después de varias semanas regando esa semillita que me sembraron las palabras de mi amiga en mi mente he decidido ser otra vez responsable dueña de mis horas y de mis días. He empezado con el ejercicio de darme pequeños “ratos de Kit-Kat” – pausas energéticas para focalizar y reflexionar y estar conmigo. Otro ejercicio muy bueno es nunca decir a nadie la típica frase de que no tengo tiempo. No hay argumento para no disponer de mi tiempo – por supuesto sin ser egoísta para nada – que es mi vida.