Yo le recuerdo pintando desde pequeña, que venía a pintar a casa. Supongo que es lo que suele pasar, que es el pintor oficial de la familia. Es un grandullón, el más alto hasta que su hijo dio el estirón. Apenas usaba los alargadores para el rodillo y en nada de tiempo ya teníamos la casa pintada. Luego no quería cobrarnos más que la pintura, pero mi madre hacía conejo con tomate, que le sale de vicio y todos contentos.
Personalmente yo creo que en cuestión de trabajo, uno tiene que cobrar. Y más por un trabajo bien hecho. Pero sé que hay mucha gente que no se siente cómodo cobrando a la familia y se niega en rotundo a hacerlo. Yo lo entiendo, pero estoy en el otro lado: yo no me siento cómoda si no pago a la familia por su trabajo. Por otra parte, lo del conejo con tomate sí que me parece genial. Toda excusa es buena para invitar a comer a la familia.
Estas fotos son del piso que está pintando ahora. Por cortesía de mi tío Vicente, el pintor.
Antes...
... después.