Revista Opinión
No me froto las manos con un asesinato, ni disfruto en un robo. Me horroriza que un niño pueda estar desaparecido, odio los accidentes de tráfico y me indigna asistir a un desahucio.
Pero mi trabajo es contarlo.
A mí también me da miedo si tiembla la tierra y me duele ver el fuego en las montañas, la lluvia que inunda ciudades a mí también me moja, y si suben los impuestos, también yo los pago...
Pero mi trabajo es contarlo.
Si veo una persona llorando yo también le ofrezco mi mano y si hay un herido en el suelo yo también lo levanto. Si están hundidos siempre llevo conmigo palabras de ánimo; si están cabreados, intento calmarlos. A veces puedo ayudarlos, a veces no puedo salvarlos...
Pero mi trabajo... sigue siendo contarlo.