Hemos rescatado de la cartelera una cinta de esas que no son muy publicitadas por parte de los grandes medios, pero que te tocan la fibra sensible porque, en este caso, dignifican las relaciones de pareja. Mi último día sin ti, sin grandes alardes, ni fuegos de artificio, es de esas producciones que dejan huella.
Niklas es un ejecutivo alemán de una multinacional encargado del despido de una gran masa de trabajadores de una filial en Nueva York. Después de cumplir con su trabajo, conoce a una cantante afroamericana, Leticia, hija de un pastor evangélico, que había perdido su trabajo en la susodicha empresa. Entre ellos surgirá algo especial, pero existirán diferencias entre ellos que parecen insuperables y tendrán un día para aclarar sus mentes.
La dirección y parte del guión corresponden a Stephan C. Shaeffer (Confess) que nos ofrece una pequeña perla como muchas otras del cine alemán al contarnos una sencilla historia, que no provoca la lágrima fácil, pero toca temas que nos conciernen a todos. El cineasta con la finalidad de que asumamos el drama de los personajes, entre col y col, salpica la película con simpáticos Gags. La distribuidora European Dreams Factory (proporcionan películas que ofrezcan mensajes enriquecedores, películas familiares que transmitan valores) está utilizando una estrategia similar a la usada por la productora Infinito más uno de la que han salido exitosos documentales como Mary’s Land o La última cima en la que se propone a todo el que esté interesado en su visionado pueda solicitar el estreno en su localidad.
El reparto lo encabeza el actor Ken Dunken recordado por su personaje en Malditos bastardos y Nicole Beharie participante en Shame, que no sólo ilumina la pantalla, sino que interpreta unas cuantas canciones con soltura, transmitiendo ideas, sentimientos y emociones que resultan claves para comprender las inquietudes de la protagonista.
Este largometraje es de bajo presupuesto, lo que no implica que estemos ante una mala producción, sino todo lo contrario. La fe que tiene la protagonista se manifiesta en todas las decisiones que toma a lo largo del metraje y con sus aciertos y errores intenta ser coherente con sus creencias. El realizador nos propone una historia no sólo de amor romántico porque hay un amor más grande que todo lo puede. El perdón es otro valor importante y decisivo en algunas secuencias. Todo ello merece la pena. Sin embargo, la propuesta más llamativa es atreverse y arriesgarse a formar una pareja que se sustente en unos fuertes mimbres y comprometiéndose con ciertos niveles de seriedad (publicado en el Diario Ya).