¡Seguimos en Nueva York! Ya saben el viaje soñado y celebrando mi 25 Aniversario de Boda con mi familia (ver primera parte aquí).
Estamos en el cuarto día y, sin saberlo, me esperaba una noche para no olvidar. La mañana empezó visitando el famoso edificio Flatiron que nos sorprendió gratamente y seguidamente pusimos rumbo hacía el Washington Square Park, donde gracias al día tan soleado (tuvimos muy buena suerte con el tiempo), disfrutamos de un pequeño concierto de un músico ¡que había decidido trasladar su piano hasta aquel parque!
El itinerario continuó por los barrios de moda de Nueva York: el Nolita y El Soho, con la arquitectura típica de las casas neoyorkinas e infinidad de tiendas de moda, vintage, etc…
Para bajar la comida recorrimos el High Line, un parque construido sobre unas vías de ferrocarril abandonadas. Desde ahí cogimos el metro para dirigirnos a Brooklyn a conocer el mítico Brooklyn Bridge. Un apunte: el metro (adquirimos una tarjeta semanal de unos 30 dólares sin límite de viajes) es muy fácil de usar si tienes claro si vas Uptown o Downtown y nos pareció un transporte público bastante correcto a pesar de los comentarios negativos que habíamos leído sobre la suciedad del mismo y sus famosas ratas e inexistentes para nosotros).
Del puente (l
legó a ser el puente colgante más grande del mundo y el primero suspendido mediante cables de acero) decirles que siempre está muy transitado, aunque en nuestro caso nada nos impidió hacernos las fotos soñadas con la fortuna que nos coincidió con un día espectacular y un cielo completamente azul.Después de muchas fotos nos separamos, ya que mi marido y yo teníamos una reserva en un crucero nocturno con cena por el río Hudson (toda una sorpresa para mí, ya que hasta la mañana de ese mismo día no sabía nada). Mientras nos arreglábamos, mis hijas se quedaron por Brooklyn visitando la zona Dumbo, a los pies del puente.
Para nosotros la velada fue ideal hasta el punto que nos acompañó una inolvidable luna llena que parecía descansar sobre los mismísimos rascacielos de la isla de Manhattam. Caviar, champán y ostras no faltaron en un menú exquisito. Aunque hacía un poco de frío no dudamos en salir al exterior del barco para contemplar de cerca la majestuosa Estatua de la Libertad, mientras sonaba el icónico New York, New York de Frank Sinatra. ¡Una noche para guardar en la memoria que no olvidaré JAMÁS!
Quinto día en la ciudad que nunca duerme. Desde Lanzarote habíamos contratado por internet la excursión denominada 'Contrastes' ya que pensamos que sería una buena forma de conocer todos los distritos de Nueva York que de otra manera no podríamos haber hecho: Harlem, Bronx, Queens y el barrio judío de Brooklyn. Te llevan a lugares como el estadio de los Yankees, a los famosos grafitis del Bronx o a Flushing Meadows, entre otros lugares.
Terminamos la excursión en Brooklyn ya que además de querer cruzar el puente andando, queríamos probar la renombrada pizza de Grimaldi’s, que hicimos después de esperar casi una hora en la cola. Conclusión: está buena, pero no la mejor que hemos probado. Hablando de pizzas debajo de nuestro hotel teníamos raciones por un dólar que nos zampábamos como cena en nuestra habitación y a nosotros nos sabía a gloria.
Ya empezaba a notarse el hambre, así que optamos por probar los famosos bagels. Entramos en un local que se llamaba Bagel Talk y nos encantó, con el frío que hacía ese día, nada mejor que algo calentito para el cuerpo. Para el postre fuimos a Levain Bakery, lugar perfecto para los amantes del dulce y el chocolate. Hacen unas galletas de chocolate espectaculares y muy grandes.