Revista América Latina

Mi viaje a Washington. Segundo día.

Por Luisanaperez286 @luisanacarolina

¡Hola! Les traigo un poco más de mi viaje a Washington. Les voy a contar de Georgetown, la Casa Blanca y el Monumento a Washington. Esta entrada es un poco diferente a las anteriores porque es un más descriptiva de los lugares, así sirve para aquellos viajeros que necesitan información.
El segundo día me tocaba hacer el trámite de mi pasaporte. Así que tenía que ir a Georgetown, donde están ubicadas varias embajadas. Esta zona se encuentra a orillas del Río Potomac y fue uno de los primeros establecimientos que dio inicio a la ciudad de Washington D.C. Con sus casitas de ladrillos y sus calles de piedra, Georgetown invita a recorrer sus librerías, cafés al aire libre, tiendas, hoteles y casas, siendo famosa entre estas últimas la que habitaron John F. Kennedy y su esposa Jackie hasta mudarse a la Casa Blanca en 1961 (si quieren visitarla, la dirección es 3307 N Street Northwest, Georgetown). Como estaba conociendo todo, decidí caminar por la M Street hasta llegar a Pennsylvania Avenue, que me llevaría directamente a la Casa Blanca. La caminata es bastante larga,  aunque si no quieren cansarse pueden tomar un autobús, no hay metro por esta zona así que sólo tienen esas dos opciones. Yo decidí caminar porque hacía mucho frío y así entraba un poco en calor, además que cuando viajo y tengo tiempo siempre opto por caminar.

Para llegar a la Casa Blanca, luego de bajar parte de Pennsylvania, llegué a una calle donde no pasan carros, me contaron que antes del once de septiembre se podía pasar sin problemas, pero que ahora por medidas de seguridad el paso está permitido sólo a los peatones. Justo antes de llegar a la Casa Blanca encontré un kiosco con información para los turistas, donde me atendieron muy bien y además me regalaron un mapa (que todavía conservo, porque los colecciono), si tienen dudas de las direcciones o de qué hacer por esas zonas, pásense por allí. Luego de aquí caminé a Lafayette Square, una plaza con muchísimos árboles, que le da el toque natural a tanto concreto, así que es un respiro sentarse allí un rato y ver pasar a la gente. Les cuento que cuando ven la Casa Blanca desde ese punto, sienten que fueron engañados por las películas y fotos que han visto del sitio, pero tienen que dar la vuelta para poder ver la entrada principal y encontrar de verdad a la multitud turista. Yo no sé si fue sólo a mí, la residencia presidencial no me impactó y me pareció más pequeña de lo esperado. Al salir de allí, bajé por la 15th Street, hasta el Obelisco, conocido como el Monumento de Washington, y que rinde homenaje a George Washington, primer presidente de los Estados Unidos. El obelisco, diseñado por Robert Mills, fue construido entre 1848 y 1884, tiene una altura de aproximadamente 170 m y está rodeado por jardines extensos que lo comunican con el Monumento de la Segunda Guerra Mundial. Yo no me acerqué tanto al Obelisco por el frío y además porque desde que lo ves de lejos, se compagina tanto con el paisaje que es imposible dejar de verlo, y a medida que vas caminando, lo vas observando desde distintos ángulos, y se ve precioso mezclado con el resto de la ciudad. Un poco más adelante, encontré el Monumento a los estadounidenses que lucharon en la Segunda Guerra Mundial. Inaugurado en 2004, tiene la forma de una gran plaza rodeada por pilares adornados con coronas que representan cada estado. El monumento se encuentra entre el Obelisco y el Lincoln Memorial, y juntos forman lo que se llama el National Mall. Por mala suerte, la piscina (reflecting pools) emblema del lugar, estaba cerrada por reparación, así que seguí hasta el Lincoln Memorial que se erige imponente al final, y que gracias al clima estaba vacío por lo que estuve un buen rato disfrutándolo y resguardándome del frío. La estatua de Lincoln era tal cual me la imaginaba, no me desilusionó como la Casa Blanca, y vale la  pena quedarse un buen rato viendo todos los detalles. El monumento, inaugurado en 1922, tiene un estilo griego de grandes columnas, con la estatua en el centro del templo. En este sitio se dio lugar el famoso discurso de “Yo tengo un sueño” de Martin Luther King Jr . en 1963.


Al salir de aquí, me acerqué al Monumento a los Veteranos de la Guerra de Corea, con sus figuras de acero de tamaño real de soldados yendo a la batalla, al final se encuentra una pared negra con relieves de la guerra grabados en arena, tanto las figuras como está pared son impactantes. Esta fue mi última parada del día, luego me fui por toda la orilla del río para aprovechar el verde del paisaje, hasta el centro de la ciudad. Este recorrido es bien largo y hay que ir muy cómodos. Yo quedé fascinada con todo lo que vi. Washington es una ciudad con una historia muy rica, y vale la pena recorrerla y empaparse en ella. En la próxima entrada de este blog les voy a hablar de mi visita al Smithsonian y los distintos museos que recorrí. Y la sorpresa que me encontré en el National Portrait Gallery. Besos! Lu.
Mi viaje a Washington. Segundo día.
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