Hola chicas, ¿me echabáis de menos?
Mi vida es tan glamourosa que no tengo tiempo de nada, así que no he podido ni pasarme a saludaros. Pero no os creais que me he olvidado de vosotras. Antes de ser una celebrity también mi vida era muy triste, más o menos como la vuestra ¡ni siquiera tenía un bolso Chanel! Hoy os cuento mis duros inicios hasta que conseguí mi primer Chanel, para que veais que soy tan humilde como vosotras.
Aproximación nº 1: cuando no tenía dinero
Antes de empezar a trabajar en el mundo del espectáculo, no tenía ni un duro, vamos que mis orígenes eran tan humildes como los de Belén Esteban antes de que se quedará preñada de un torero y le empezará a sacar partido al tema durante más de diez años en la TV.
No tener dinero no me impedía hacer todo lo que estuviera en mi mano para conseguir un Chanel. Como mendigar.
O hacerme una versión casera.
Aproximación nº2: mi primer sueldo
Hice una primera aparición televisiva en un anuncio publicitario. Gracias a eso pude matar el gusanillo que tenía de Chanel con un bolso de imitación que compré en los chinos. A mi me parecía lo más de lo más, así que lo llevaba al hombro toda orgullosa hasta que una supuesta amiga me lo vió y comenzó a decir: no es auténtico ¿verdad?. El cierre de los verdaderos es diferente y por dentro llevan unas chapita y una cadena. Todo esto mientras yo enrojecía como un tomate.
(¿Perdona? ¿desde cuando eres agente de aduanas dedicada a identificar falsificaciones? ¿Cuando has visto tú un auténtico Chanel?)
Por supuesto, la muy guarra se fue con una quemadura de cigarrillo en su blusa nueva.
Aproximación nº 3: el Chanel alquilado
Como el Chanel falsificado daba el cante más de la cuenta, estuve fisgando en las páginas web de alquiler de bolsos. Allí podría permitirme un Chanel auténtico para un fin de semana. Pero tenía que ser el fin de semana que más compromisos tuviese, había que sacarle partido. Cuando lo tuve en mis manos, no podía dejar de acariciarlo. Pero no sólo mis ojos debían disfrutarlo, así que lo saqué a pasear, igual que si fuera una mascota.
Mis pasos se encaminaron hacía la plaza mayor, el sitio donde más gente había. Cuantas más personas se murieran de envidia, mejor. Justo me encontré con una conocida que acababa de tener un bebé. Me acerqué super ilusionada para enseñarle el bolso, pero ella no debaja de hablar de su niño. ¡Qué pesada! Tenía un monstruito arrugado y llorón y ¡se dedicaba a presumir de él y decir que era lo más bonito del mundo! Mira guapa, lo más bonito del mundo es mi bolso. Evidentemente, no era mi público, así que me fui de tiendas a la zona más pija.
Allí sí que sabían apreciar un Chanel de verdad, y me trataron como una clienta de las buenas (aunque no tenía intención de comprar nada, pero dejé que me hicieran la pelota).
Lo saqué dos días más: un día que tuve una cena con amigos y otro día que salí de juerga con mis amigas. El bolso triunfó, fue mi único tema de conversación durante las dos noches, pero al de unos días una amiga malvada (sí, la agente de aduanas) me preguntó: "¿ya no te pones el Chanel con lo orgullosa que estabas de él?".
Estaba claro que necesitaba una solución permanente.
Aproximación nº4: el Chanel vintage
Poco a poco fui consiguiendo mejores trabajos como actriz y ahorrando un poco de dinero. Muchas actrices llevan prendas vintage y oi que un Chanel vintage podía ser algo más barato que uno de temporada, así que me fui a una famosa tienda vintage.
¿Pero sabéis qué? ¡Las tiendas vintage huelen fatal! Vintage es la palabra francesa para llamar a la ropa usada. Dentro de la tienda huele a sudor y a cuero viejo. No entiendo porqué la gente presume de encontrar joyas en tiendas vintage, es de lo más cutre, ni que fueran arqueólogas.
Definitivamente, esa tampoco era la solución.
Aproximación nº 5: préstame un Chanel
Cuando ya iba teniendo algo de fama, conseguí como contacto a la RRPP de Chanel y me pasé horas mendigándole un bolso y un vestido para la Alfombra Roja. Me los prestó, yo creo que por puro aburrimiento. Intenté quedarmelos más días de los previstos, pero no coló.
Hasta que...¡por fin conseguí un Chanel auténtico!
Por fin tenía suficiente dinero en la cuenta corriente, así que entré en la tienda de Chanel decidida a por mi bolso. La dependienta comenzó a sacar bolsos super raros, experimentos horrorosos de Karly. Incluso me sacó algunos modelos que no parecían Chanel. Pero yo no estaba dispuesta a comprarme un Chanel que no parecira un Chanel. Tenía que verse perfectamente el logo. Ya que me gastaba tanto dinero, por lo menos que la gente se diera cuenta. Al fin y al cabo, se trata de aparentar ¿no?
Estuve viendo bolsos hasta que tuve un flechazo, le miré fijamente, él hizo brillar su logo para mi y supe que era el amor de mi vida. MI PRIMER CHANEL.
Fotos: 20 minutos, Jak & Jil.