Revista Cine
Tú siempre ves la flor
y yo siempre su muerte.
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A José Ángel Barrueco, sin ninguna razón
y con todas las razones.
Invierno,
el viento empuja por las calles
lo que queda de cada hombre.
De nada sirve protestar,
ni izar el cuello de nuestro abrigo
como si fuera la bandera de un ejército
que viene de ganar una batalla.
El frío es un astuto animal invertebrado,
el cartógrafo que tarde o temprano
adivina lo invisible.
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Mi infancia no se sostuvo,
como hubiese sido lógico,
sobre los rígidos cuerpos de las muñecas.
Mi infancia se sostuvo sobre los movimientos
más miserables que puede efectuar un hombre
contra una mujer.
Sin embargo hoy he querido recorrer
aquellos tramos del camino
que me dejé olvidados en la infancia.
Los he imaginado llenos de paz
siendo la hija de otro padre.
Ha sido más fácil de lo que imaginaba
destrozar mi memoria
mientras hinchaba los pulmones para apagar
las cuarenta y tres velas de mi tarta de cumpleaños.