Son amarillos, tiene uno o dos ojos, parecen submarinos Marinela
ambulantes, hablan un idioma parcialmente (in)comprensible y son más
destructivos que Laurel y Hardy. Son los “minions” –deberían haberlos llamado
“secuaces”, que es la traducción en español, pero qué remedio- y, al igual que
en Mi Villano Favorito(Coffin y
Renaud, 2010), en su secuela, Mi
Villano Favorito 2 (Despicable Me, EU, 2013), son lo mejor que tiene que ofrecer
esta inocua, palomera y exitosísima cinta animada de la Universal Pictures.Los “minions” son una
invención inspirada: además de que están dispuestos a ejecutar cualquier rutina
slapstick como los verdaderos grandes –hay gags que habrían hecho delirar a
Mack Sennet-, hay en ellos una disposición al relajo casi tintanesco que es
difícil de resistir. Si afrontan un peligro, éste se convierte en juego. Si
tienen una responsabilidad, muy pronto la transformarán en diversión. Tienen
energía de sobra para destruir todo lo que tengan en frente y, de pasada,
divertir al respetable.A estas alturas del
texto usted lo habrá adivinado: si un servidor ha estado tan ocupado
escribiendo sobre los “minions”, es porque el resto de la película no resulta,
ni de lejos, tan interesante. Y, en efecto, esta secuela termina siendo un mero
excipiente para que los susodichos seres amarillentos se luzcan haciendo su
desmadre sennetiano, sufran una transformación al estilo de los Gremlins (Dante, 1984), señalen con su
dedo acusador cual extraterrestres de La
Invasión de los Usurpadores de Cuerpos (Kaufman, 1978) y, finalmente,
cuando todo quede solucionado, aparezcan en un cursilísimo e hilarante
videoclip amoroso o, inevitablemente, se echen un numerito disfrazados de The
Village People –y de Carmen Miranda, para que los abuelitos tengan su propia
referencia cinefílica.Por lo demás, en los
intersticios que dejan los susodichos “minions”, hay una historia de amor entre
el villano domesticado Gru (voz de Steve Carrell en inglés; de Andrés
Bustamante en español) y la agente de la Liga Antivillanos Lucy (voz de Kristen
Wiig en inglés y de Andrea Legarreta en español), quienes tienen que hacer
equipo para detener a “El Macho” (Benjamin Bratt en inglés, ¿Alejandro
Fernández? en español), un maloso muy mexicanote que oculta sus maléficos
planes –usar a los “minions” transformados para conquistar el mundo- tras un
restaurante llamado Salsa & Salsa y que tiene como mascota a un pollo
violento al que Gru, en un momento dado, llama “El Pollo Loco”.Ok, suficiente: todo
lo relacionado a Gru, sus tres hijitas, la futura mamá de ellas y “El Macho”
pertenece a una película apenas soportable. Son, insisto, los “minions”, sus
alocadas rutinas slapstick y la inventiva animación creada alrededor de ellos,
los que hacen que las palomitas hagan buena digestión. Por esto mismo, los
“minions” tendrán su propia película, anunciada para diciembre de 2014. Universal
Pictures encontró una minita de oro.