La sociedad en la que vivimos está en crisis, fracturada y falta de referentes, no se trata de un problema únicamente económico sino que abarca los elementos más profundos de la esencia de nuestras relaciones como sociedad.
Ante un conjunto de problemas tan importante es deseable una reacción, pero no una reacción mediada por quienes por acción y omisión han acompañado el camino hasta este punto; no una reacción que repite modelos y lenguajes de tiempos pretéritos, no una reacción que busca una revancha o un "duelo en sol" con los poderes que "nos oprimen".
Mientras quienes traten de encabezar y capitalizar la movilización y el descontento de nuestra sociedad sean parte del artilugio que nos ha traído hasta aquí, mientras no se ofrezca aire fresco y transparencia en la organización de la sociedad y en los procesos de toma de decisiones, mientras se trate de coartar e interrumpir las nacientes vías de participación de l@s ciudadan@s emancipados al fin de estructuras que piden opinión cuando les conviene y ostentosamente llaman democracia a la opacidad... en esas circunstancias que no cuenten conmigo.
El miércoles no perderé ni tiempo ni dinero en engrosar las cifras de intervenciones suspendidas porque si mi pasión es la prestación del servicio sanitario público y universal ¿con qué moral dejar a la gente sin el servicio por el que seguramente lleven esperando meses? En la última huelga en la que me vi implicado capté la realidad de esta incongruencia cuando el éxito de la movilización se medía en "daños" a los usuarios... así no se puede avanzar...