Revista Opinión

Mi visión del asunto catalán

Publicado el 22 diciembre 2019 por Carlosgu82

La cuestión catalana sigue viajando a través del tiempo, con distintas paradas que no sirven de nada, ni siquiera para lo más importante, la reflexión. Un grupo de partidos ha abrazado una idea final de la cual no se espera que se muevan un centímetro. La consecuencia será, como no, seguir estirando el chicle hasta que definitivamente se rompa, y vete tú a saber que pasará entonces. Partidos como ERC parten con la ventaja de que tienen una historia republicana detrás, pero no sé si también independentista. Los otros, que no sé ni como se llaman ya, se han acomodado por fin en un lugar por el que han ido transitando en democracia, hasta que vieron el momento ideal (corrupción interna, crisis económica, descontento ciudadano). Ahora parece que todos van de la mano de un mismo proyecto que ni ellos mismos le ven futuro.

No tengo claro que ERC tenga entre sus proyectos básicos la independencia (no lo tengo claro por ignorancia, no intento hacer un juicio de valor). Me parece que ERC ha aprovechado su esencia republicana para enfrentarse a un Estado monárquico, que básicamente es un Estado contrario al ideario de izquierda (o eso se supone). Yo no comparto el ideario independentista, ni de ERC, ni de otro cualquier partido independentista que haya en España. Y no lo comparto no por una cuestión de nacionalismo centralista, si no porque va en contra del interés general (así lo veo yo). No hay nada menos de izquierda, en mi opinión, que plantear alternativas soberanas a un conjunto (dentro de Estados democráticos y desarrollados, y con una Historia común detrás). Dividir va en contra de las clases más humildes, y por eso no creo en ERC como un partido que busque el interés general, si no el interés particular (de los catalanes).

Pero al margen de todo esto, hay algo que va más allá en la cuestión catalana. Hay una parte muy importante de su discurso que está basado en mentiras, medias verdades y sobre todo mucha propaganda. En esencia el proyecto independentista catalán, de ERC y del resto, es propaganda, porque no tiene ningún sustento histórico, económico, político e incluso social. ¿En qué cabeza cabe que la mitad de una población quiera la independencia de una región, mientras la otra mitad no la quiere? ¿Qué futuro tendría una República catalana en un escenario como este? ¿Cómo conseguir que esto no sea el foco de atención? Con propaganda dirigida a dibujar un escenario de represión ficticia. Ese escenario en el que continuamente se pretende dibujar que (todos) los catalanes viven en un Estado que les reprime políticamente, que les corta sus derechos y que en definitiva, los persigue (después de cuarenta años de democracia cuesta creer en esto, pero algunos sí que lo creen. El victimismo es el único arma del que disponen los partidos independentistas catalanes, y lo explotarán hasta el final. La última sentencia judicial que llega desde Europa funciona en ese sentido, mostrando otra vez esa supuesta acción represora por parte del Estado español. Lo único que demuestra es que la justicia universal funciona, sobre todo cuando te da la razón, porque cuando no te le da es «represión».

El objetivo es la independencia, bajo las condiciones de los que la promueven. Poca democracia veo yo en esto, a pesar de que la propaganda haga ver lo contrario, que el movimiento es pacífico, cívico, y muy, muy democrático. Pactar un referéndum unilateral con España sería la solución más radical, pero incluso así, no serviría de nada, porque en el hipotético caso de que el No ganará al SÍ en una votación, nada hace pensar que con eso se pudiera aplacar el objetivo independentista. Mi visión del asunto es que se debería estar como estamos ahora, con un diálogo a dos o tres bandas, llegando a acuerdos reales y no ficticios como la independencia unilateral, y esperando a que todo vuelva a la normalidad, o a todo lo normal que sea que una porción de ciudadanos de una región de un país se quiera separar del conjunto. Enfrentarse a esto con dureza, con discursos creados desde las entrañas, y con medidas que sirvan para alimentar la propaganda independentista, solo sirve para romperlo todo de manera definitiva.


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