Por Graciela Ramírez
El antimperialismo forma parte de lo que podríamos llamar el “ser” de nuestra identidad venezolana fecundada en las luchas de resistencia de los indios, de los negros arrancados de África y de los pardos frente a la desigual invasión genocida de los españoles durante 400 años.
El surgimiento de la patria libre e independiente con el Estado nación fue la síntesis de la guerra popular de los negros, indios, blancos y mestizos, cuando los libertadores y libertadoras tuvieron conciencia, que la victoria solo era posible con la inclusión de los de abajo para luchar por el amor a la patria (incluida la Grande).
La división interna y subordinación de los traidores a los imperialistas ingleses y posteriormente a los estadounidenses ha sido la tragedia nacional. La guerra civil entre los jefes militares de la independencia sepultaba el proyecto bolivariano. A partir de 1830 con la desaparición de la “Gran Colombia” crece la pobreza y racismo; se fragua el robo de la tierra por los terratenientes civiles-militares y del poder financiero; predomina el comercio librecambista agroexportador y la mono producción de la agricultura; se posibilita el robo del Esequibo por la debilidad de la oligarquía gobernante; alternan las dictaduras militares y la democracia representativa que explotaban y excluían al pueblo; se entregan el petróleo y el hierro con ello la fuga de divisas que aumenta la deuda externa anti soberana.
El siglo XIX se estremeció con la revolución federal de tierras y hombres libres del General Ezequiel Zamora, pero los traidores lo asesinaron (al igual que a Sucre) y la revolución social deriva en el capitalismo monopolista disfrazado de liberal.
La lucha por el poder en el siglo XX gravitaba en torno al control de la riqueza petrolera. De ahí el golpe de Estado contra el General nacionalista Cipriano Castro que junto con el pueblo defendió la soberanía de la patria del bloqueo e invasión militar de los imperialistas ingleses, alemanes e italianos para no ceder al pago inmoral de la deuda externa. La misma suerte corrieron el General nacionalista Medinas Angarita y el presidente escritor Rómulo Gallegos que sostuvieron la política de refinación y el 50% de los ingresos petrolero para la nación en contra del robo y extracción de petróleo de las compañías de Inglaterra y Estados Unidos. Se imponía la traición interna de las oligarquías terrateniente, agroexportadora, financiera, comercial y de los líderes políticos pitiyanquis.
Las luchas del siglo XX la obrera petrolera, la Junta Patriótica victoriosa de 1958, la lucha armada de civiles y militares de la década sesenta, la lucha del movimiento estudiantil de la década ochenta, el levantamiento popular del 27 de febrero de 1989, las rebeliones militares del 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992; significaron la participación democrática y unitaria de los sectores nacionales por el restablecimiento de la independencia política económica de la patria. El proyecto de El Libertador Simón Bolívar fue y es la inspiración nacional, ideológica y espiritual de reconocernos libres y soberanos.
El Comandante Supremo Hugo Chávez imanta toda esa acumulación histórica de conciencia, de lucha, de derrotas y victorias del pueblo venezolano para iniciar el siglo XXI con el proyecto bolivariano. Prioriza la estrategia de la unión cívica militar apremiando la democracia participativa protagónica a fin de construir la patria de mayor suma de felicidad. Su victoria la parálisis del proyecto neoliberal que ahogaba la soberanía y multiplicaba la pobreza; para ello detuvo los procesos de desnacionalización de los recursos naturales estratégicos dándole uso soberano para erradicar los niveles de pobreza critica y extrema. La soberanía surgía con independencia, unión, integración y capacidad de negociación en el mundo.
El pueblo y la fuerza armada nacional se empeñaron en construir el socialismo bolivariano, con el presidente Chávez; pero la revolución verdadera sufre el látigo de la contrarrevolución imperialista con la Guerra de Cuarta Generación liderada por el gobierno de Estados Unidos y respaldada por los gobiernos de Gran Bretaña, Canadá, España y la Unión Europea sumados los apátridas gobiernos colonias de la OEA, como: México, Chile y Colombia, este último tiene el papel clave de la intromisión extranjera con sus 7 bases militares, narcotráfico, paramilitares, dólar today, campaña mediática de mentiras, crímenes, secuestros y contrabando en la frontera. Hoy sumados las colonias de la OEA, como: Brasil, Argentina, Panamá, Paraguay, Perú, Honduras, Guatemala y Costa Rica.
Solo el pueblo en unión cívico militar siempre fue y ha sido victorioso contra el golpe de Estado y el sabotaje de la industria petrolera; las guarimbas terroristas y la quema de personas; magnicidios selectivos contra dirigentes campesinos y líderes revolucionarios; sabotaje eléctrico y guerra económica; suspensión del Mercosur y Decreto injerencista de Obama; el bloqueo financiero, congelación y robo de dinero de la nación por parte de Trump. Hemos sobrellevado también las dos pérdidas electorales de la reforma y de la Asamblea Nacional de un total de 24 elecciones y sufrimos la tragedia del asesinato de Chávez.
Por todas estas razones Mi VOTO es pleno y claro como la luna para el compañero obrero presidente Nicolás Maduro el domingo 20 de mayo de 2018. Es ignorancia y alevosía achacarle los males al compañero presidente. La guerra económica criminal ha sido la estrategia internacional del gobierno de los Estados Unidos con la liberación de los precios del dólar paralelo y el bloqueo financiero que recorta la oferta de los alimentos y medicinas, niega los créditos y roba el dinero de la nación. Aunado la campaña internacional de la crisis humanitaria de Venezuela.
La guerra económica es miserable porque el pueblo no encuentra las medicinas y los alimentos suficientes; pero cuando los encuentra son escasos y los precios son muy caros por la especulación. Ahí radica la estrategia maligna de los yanquis operada por los empresarios importadores privilegiados que obtienen divisas y por los funcionarios corruptos, por ende, el malestar se lo trasladan a Maduro.
Me afecta como todo ser humano sensible ver los ojos de dolor de una madre, una niña o niño, un abuelo o abuela por no tener acceso a la comida y a las medicinas; pero no me voy a quebrar sin dejar de sentir el dolor ajeno de mis compatriotas.
No me voy a traicionar a mí mismo, ni traiciono al pueblo que resiste la guerra económica con dignidad, valentía, sacrificio y sin privilegio. Tampoco voy a traicionar a Bolívar, Simón Rodríguez y Zamora. Tampoco voy a traicionar a Chávez y a Fidel (que defendió nuestra revolución, no olvidemos a los internacionalistas cubanos que están en Venezuela todos los días resistiendo junto con nosotros).
La estrategia trazada por Chávez: Unidad, Lucha, Batalla y Victoria ha sido asumida consecuentemente por el pueblo. La reelección de Maduro es la contraofensiva popular frente a los imperialistas. El presidente es consciente que la batalla decisiva será después de la victoria del 20 de mayo demoliendo la herencia de la burocracia y corrupción del Estado burgués, para edificar el predominio de la economía socialista porque ha sido más que suficiente las graves consecuencias de la guerra económica propia de la crisis del capitalismo neoliberal, monopolista, rentista, importador, parásito, especulador y subordinado a la dependencia del comercio internacional y de los centros financieros del gran capital.
Mi voto es por Nicolás Maduro porque confío en que no postergará la guerra frontal contra los corruptos y delincuentes nacionales y foráneos que sostienen la guerra económica. Igualmente, dará prioridad al Plan de la Patria 2013-2018 y 2018-2022 operado a través de los 15 motores productivos mediante el uso científico de la planificación, la supervisión y el control contable de los procesos de la producción, distribución, transporte, industrialización, comercialización y consumo, a fin de configurar el predominio de la economía socialista y comunal para satisfacer las necesidades esenciales del pueblo y asegurar la soberanía de la patria, lo cual no implica que desaparecerá el espacio de la inversión privada y mixta.
La nueva ética socialista de la cultura del trabajo que planteaba el Comandante Chávez con la complementación productiva y soberana de la gestión de gobierno, gestión política y gestión del poder popular debe fundamentarse en la ética de Simón Bolívar: “La mejor política es la honradez.”