Por Ramón Bernal Godoy/Tomado Mentirasenlamira
Toda muerte causa un dolor inmenso, más aún si se trata de un ser querido. La muerte de un hijo o un nieto es la peor pena a la que pueda someterse un alma, duele incluso más cuando se trata de un joven con un futuro prominente o simplemente una vida por delante. Como dijo hace más de un siglo el ilustre historiador, político y poeta francés Alphonse de Lamartine:
“A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd”.
Partiendo de lo anterior se deriva que la muerte debe ser tratada con ética, con una alta dosis de moral, de respeto por el dolor ajeno, de neutralidad, nada justifica que la misma se mezcle con politiquería barata o se utilice como punta de lanza para alcanzar objetivos deseados. Los enemigos de la Revolución cubana no conocen de respeto y ética, traspasan con asombrosa normalidad el “punto de no retorno”.
Así se demuestra sistemáticamente, no importa el pretexto. Ahora fue el turno de la trágica muerte de José Fernández, un joven lanzador de origen villaclareño que militaba en los Marlins. ¿Por qué aprovecha UNIVISION para al culminar su reportaje sobre la muerte del tremendísimo lanzador insistir en que “escapó de Cuba” y fuera de todo contexto afirmar que el joven fallecido “representa un símbolo de la lucha por la libertad”? ¿Por qué los medios de prensa escritos de Miami dedican más espacios a describir las supuestas necesidades que “sufría en la isla castrista” y la forma que “escapó para alcanzar su libertad” que su legado deportivo? ¿No es más apropiado concentrarse en el dolor de fanáticos y pueblo en general, en respetar a su familia, en respetar incluso a cubanos que con ideologías y formas de pensar diferentes seguían su carrera desde esta otra orilla? ¿Por qué intenta esa mafia anticubana -añejada en el tiempo- apoderarse de la imagen y figura de este chico para convertirlo en bandera contra la REVOLUCIÓN CUBANA? ¿Tan necesitados están?
Acaso no es más objetivo y profesional reconocer que ese joven aprendió a jugar béisbol en Cuba, que su familia y su escuela le inculcaron esa modestia y esos valores que los que le conocieron dicen que poseía, que vivía en un poblado humilde pero decoroso y una ciudad con las características de un país subdesarrollado sacudido por los efectos de un bloqueo que supera los 50 años de existencia pero con logros sociales y parámetros médicos superiores a los que poseen muchas ciudades ricas de este mundo.
Acaso no es más justo hablar de la forma que “emigró” y no que “escapó”, porque quien escapa es porque algo o alguien lo persigue, cual nunca le sucedió pues jugó, creció, estudió, se formó y paseó libremente cada rincón de su terruño. ¿No es más sincero decir que su sueño era lograr una remuneración multimillonaria en un béisbol de más alto nivel, de hecho en la liga más competitiva y remunerada del mundo, cual solo un tonto podría comparar con nuestra modesta Serie Nacional y los salarios que esta isla puede brindarle a sus jugadores, no es más justo precisar que por las leyes del bloqueo José Fernández no podía ser contratado desde Cuba y cobrar esas ganancias residiendo en su pueblo natal, que no es una prohibición de Gobierno cubano sino del Departamento del Tesoro de los EE.UU?
No critico su decisión, no lo hice en vida y no lo haré ahora, entiendo la lógica de la misma aunque no la comparto, soy más a fin con la historia de un Ariel Pestano, Eduardo Paret, Víctor Mesa, Pedro Jova, José Antonio Huelga, Albertico Martínez, Rafael Orlando Acebey y otros excelentes peloteros que dieron lo mejor de sí para el equipo de su natal Villa Clara en detrimento de un futuro millonario a 90 millas. Pero no utilizo su muerte para criticar la sociedad en la que prefirió vivir y mucho menos para analizar o criticar sus decisiones y conducta ante la vida, me limito a lo deportivo, a resaltar los valores humanos que trascienden en esporádicos reportajes objetivos sobre su persona, a lo doloroso de su partida, a dar el pésame a sus familiares…
Jamás desearía la desaparición física de alguien, pero si alguien sobraba en el Sur de La Florida no era el joven lanzador. Sin remordimiento alguno puedo afirmar que quienes sobran en esa ciudad son los portadores del odio y el oportunismo que intentan dividir a los jóvenes cubanos y perpetuar posiciones batistianas en las nuevas generaciones de emigrados de la isla, ellos han sido descritos por otro ilustre escritor francés:
“Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada en este mundo”, Albert Camus.
Que en paz descanse José.
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