Al aterrizar en Miami se escucha por los parlantes: “Bienvenidos a la ciudad del sol y las playas”. Y sí, es cierto, Miami está llena de playas, de gente que va caminando sus calles con mucho desenfado, buscando un buen café, un restaurante, un coctel, una tienda curiosa. Pero, hay más. Si se buscan otras rutas en el mapa y se tiene el firme propósito de caminar para conocer, entonces aparece con otra cara para demostrarnos que tiene muchas más razones para recorrerla. Ya he escrito varios post sobre la ciudad, pero vamos a reunir aquí algunas de sus posibilidades.
Española Way. Esta calle parece un callejón que trajeron desde Madrid y lo dejaron caer ahí, en Miami Beach. Totalmente peatonal y alejada del bullicio de Lincoln Road, está llena de restaurantes, cafés y pequeñas boutiques que se llevan la atención de todos. Sus edificios conservan la influencia europea, las calles son empedradas y da la sensación de estar caminando siempre en otra época. En el día el ambiente es relajado y no es extraño ver a algún camarero bailando entre las mesas, mientras sirve alguna bebida. Esta calle fue designada como Lugar Histórico de Estados Unidos en 1979 y en 1986 fue nombrada por la ciudad de Miami, como uno de los primeros sitios históricos que se tienen que visitar.
Museo de Arte de Miami. En pleno Downtown de Miami y casi escondido entre los edificios altos del lugar, aparece el Museo de Arte de la ciudad. Tal vez no es el más concurrido y nos gustaría ver más gente abarrotando el lugar, pero sin duda ofrece un paseo artístico digno de ser visto. Este museo colecciona obras de arte desde 1996, centradas principalmente en el siglo XX y lo que va del XXI y trata de reunir toda la perspectiva de Miami como ciudad cosmopolita en todas sus expresiones posibles: olores, colores, sabores, sonidos, bailes, etc. La entrada cuesta 8$ y da acceso a dos pisos llenos de curiosidades, donde no impera la prisa, pero sí el silencio. El camino comienza y termina en una tienda llena de detallitos que se convierten en el souvenir perfecto. Siempre es buena idea consultar su página web antes de la visita, para enterarse de los eventos pautados, actividades que prometen un ánimo distinto y, es muy importante saber, que el segundo sábados de cada mes, la entrada es gratuita.
Mural del artista Kobra, en una de las calles de Wynwood
Distrito Artístico de Wynwood. Llegué hasta aquí por mi curiosidad de hacer una crónica para National Geographic Traveler Latinoamérica, una de las revistas para las que escribo, por lo que me reservo alguno detalles para después. Lo cierto es que en muchas ciudades intentan despejar las paredes de graffitis, pero justo en este sector, en Wynwood, es esa expresión artística la que le está dando vida. Gracias al Art Basel Miami que se celebra todos los años, ha surgido una ola de artistas locales que se han volcado a pintar las paredes de la zona como un reflejo de sus propias vidas, del ritmo de la ciudad, pero sobre todo, con ganas de generar un cambio. Esto no ha ocurrido de manera desordenada; los artistas se han unido para ofrecer algo distinto a la comunidad. Así, restaurantes, cafés y bares abren sus puertas y todo gira en torno al arte. Hay que decir que las calles aún son muy solitarias y que poco a poco se está abriendo el camino, por lo que es recomendable ir entre las 10am y las 2pm. Ya las noches son distintas, sobre todo el segundo sábado de cada mes en el que todas las galerías y bares abren sus puertas hasta las 10pm e invitan a caminar entre el arte, saboreando una que otra bebida.
Little Havana. La Pequeña Habana es esa parte de Miami que reúne a la comunidad cubana y centroamericana, y es lo más parecido a una fiesta, de esas que se arman a cualquier hora. Cada día, la famosa Calle 8 está recibiendo a más visitantes y hace poco reorganizaron las rutas de los autobuses turísticos de la ciudad para detenerse más tiempo en esta zona. En esta calle todo cambia, se escucha salsa, se come Ropa Vieja, te ofrecen un cortadito en cada esquina y juegan dominó en aquella otra donde, también te venden un habano y te hacen una caricatura. Quienes viven aquí, saben que tienen la atención del turista y entonces se esmeran en atenderlo. Ya escribí una crónica sobre lo mucho que me gustó este lugar y la puedes leer AQUÍ para que conozcas más detalles, además de ver un álbum de fotos.
Vizcaya Museum & Gardens. Se trata de una residencia construida entre los años 1914 y 1916, justo al frente de la bahía de Biscayne y que era el hogar invernal del industrialista James Deering. Diseñada al estilo de las villas del Renacimiento italiano y adaptada al clima de la Florida, Deering la convirtió en un refugio ideal, lleno de jardines y mucho lujo en el que, cómodamente, recibía a sus invitados. En su interior tiene una de las mejores colecciones de arte ornamental de Europa de los siglos XVI al XIX, pero también muchos rasgos de principios del siglo XX. Después de la muerte de su dueño, en 1925, el palacio de Vizcaya fue convertido en un museo y hoy es un Sitio de Importancia Histórica de Estados Unidos. Su visita, que tiene un costo de 15$ por adulto, comienza de la misma manera que lo hacían los invitados de Deering: se atraviesa un pequeño bosque tropical para llegar a la plaza de la entrada que no es más que una fiesta de jardines, fuentes y cascadas para después ir descubriendo la casa y perderse en ella, de buena manera. Sobre este lugar, también escribí una crónica breve, que la puedes ver AQUÍ con sus fotos.