Revista Cultura y Ocio
Quien no me conozca bien no sabrá lo que disfruto de las películas para peques. Imaginaos una zanguanga como yo (con casi metro ochenta) en el cine riendo a carcajadas con Ratatouille, por ejemplo (¡como adoro a esa rata!). La última película que disfruté como una enana fue Gru, mi villano favorito. Quizá una de las escenas más divertidas de esta peli sea aquella en que las niñas que adopta el supervillano logran convenverlo para que les narre un cuento a la hora de dormir.
Anaya ha publicado con esmero una preciosa versión de este librito, Los gatitos dormilones. Si han visto la película lo recordarán perfectamente. Si no han tenido aún la oportunidad, será toda una sorpresa encontrarse con esta maravilla. Es un libro pequeñito, para leer a niños menudos y jugar con los muñequitos que incorpora. Tres preciosos gatitos, suaves y simpatiquísimos, sonríen desde sus telas esperando a que tres deditos interpreten sus papeles durante la lectura. Son tan monos.
Sin duda Guisantito y yo coincidimos en afirmar que este libro gana cuando el lector no tiene vergüenza alguna (como es mi caso). Ya no sólo pongo voces; también hago gestos. ¿Que no sabéis poner cara de gatito bebiendo leche? Bueno, admito que lleva entrenamiento, pero, ¿quién no sabe fingir que es un minino con sueño? Ja, ja, ja.
Las caritas de los gatos, con esos ojos enormes y expectantes, las rimas sonoras pero melodiosas del texto y el juego incorporado de las pequeñas marionetas de dedo hacen de este librito todo un hallazgo. No apto para vergonzosos.
Aquí va la famosa escena (lástima del doblaje).
Música de Lou Barlow (Legendary)