Enlazando con la entrada de ayer, os cuelgo el texto que publiqué en Cartelera Turia para recordar a Micharmut
Micharmut (1953-2016)
Sin apenas posibilidades de publicar, tras esa declaración de rebeldía vital que fue Marisco, volvió a su mesa de trabajo para seguir mirando a su alrededor con una mirada que traspasaba los objetos para encontrar esencias vitales en lo inorgánico. Paco Camarasa entendió perfectamente que esa visión era única y una de las primeras entregas de la revolucionaria colección Mercat fue Veinticuatro horas, un retrato urbano que transformaba ese patio de vecinos que veía por su ventana en un ser vital y palpitante. Le siguió apoyando siempre, a sabiendas de que sus obras solo llegaban a una minoría y de que Micharmut creaba por pulsión.
Sabedor de que cada vez era más difícil publicar, encontró en internet un lugar donde poder tener todas las libertades que el papel le negaba. Solo para moscas (https://soloparamoscas.wordpress.com/) fue su espacio privado, su rincón de libertad donde solo importaba romper todas las ataduras impuestas para encontrar nuevos caminos. Durante cuatro años, su blog se convirtió en la expresión pura de la vanguardia del cómic, donde ni críticas ni prejuicios podían interferir un proyecto que, finalmente vio la luz en papel en 2012. Con el mismo título que su blog, el grueso volumen que publicó Edicions de Ponent era tan solo un pequeño exponente de los muchos recovecos que poblaban su mente: Krautodélica, KinoTBO, Pat y Murphy, Memorias de Cosas, Pictografías, 13 Rue Babilonia… Todos eran por separado genialidades indescriptibles. Juntos, una profunda renovación del cómic que establecía nuevas rutas para el noveno arte del siglo XXI. Tras este proyecto, volvió con ilusión a internet con Teatro Eléctrico (https://teatroelectrico.wordpress.com/), donde de nuevo planteaba un salto sin red, un gigantesco avance que, por desgracia, no finalizaría. Quizás, cuando publicó Time In Time Out en la antología Panorama (Astiberri), ya era inquietantemente consciente de que la parca rondaba demasiado cerca. Apenas unos meses después, comenzó una larga lucha que, al final, Quique perdió. Pero Micharmut sigue. Sigue en todas y cada una de esas obras avanzadas a su tiempo, que definieron la historieta como un arte vivo, vibrante y en continua mutación vanguardista.