Durante la Segunda Guerra Mundial el Tío Sam no fue el único que pidió a los ciudadanos americanos su sangre para la defensa de la democracia frente al Tercer Reich y el Imperio japonés. Los dibujos animados de Disney y Warner Bros también jugaron un papel muy importante en el «esfuerzo bélico» yanqui contra las fuerzas del Eje. Tal y como recoge el documental de 1997 Dibujos en guerra, de Guus van Waveren, Mickey Mouse y Bugs Bunny rompieron la cuarta pared para convencer a los estadounidenses de la necesidad de darlo todo, incluida la propia vida, en aquella guerra.
Los «cartoons» de Disney y la Warner ridiculizaban al enemigo nazi, fascista o nipón. El fin: hacer creer al público yanqui que los malos no eran humanos. En todos los «dibus» Hitler aparece como un histérico energúmeno y los japoneses como seres dentudos con rostros parecidos al de un insecto. En Ducktators, película de la Warner de 1942, Mussolini, un pato bravucón, da un discurso que comienza amenazante y termina ofreciendo la receta de un «tutti frutti» de nata batida y nueces. El emperador de Japón, Hirohito, es descrito en la cinta como «triste y un poco loco».
En opinión del experto en Historia del Cine Thomas Andrea, «la capacidad de los dibujos animados para transmitir mensajes de forma concisa y gráficamente potente era muy importante, y el Gobierno y los directores de animación eran conscientes de ello». El Tío Sam disponía de una nueva arma cuyas virtudes no podía desaprovechar. Tras el ataque japonés a Pearl Harbor, la producción se disparó y al son del «glory, glory, hallelujah», el ratón Mickey, el pato Donald y Bugs Bunny se echaron el macuto a la espalda e hicieron de bélicos «cheerleaders» en los cines de los Estados Unidos. Así, «en 1943 el 94% de las películas de Disney estaban relacionadas con la guerra», asegura Andrea.Impuestos y bonos patrióticos
La radio le pregunta a Donald: «¿Es usted un patriota americano?». Y el pato responde con su ininteligible manera de hablar que por supuesto que lo es. Entonces, el Tío Sam espeta a Donald: «¡Tu país necesita que pagues impuestos para derrotar al Eje!», «Taxes to beat The Axis!» . La escena pertenece a la película The new spirit, cinta de Disney de 1942 con la que el Gobierno de los Estados Unidos pidió a sus ciudadanos dinero para defender «la libertad de expresión y de culto». El país necesitaba que los yanquis pagasen sus impuestos «para cañones, para barcos y para la democracia», y los dibujos animados de la «Fábrica de los Sueños» pusieron su granito de arena en esta empresa.En aquellos años los estadounidenses iban mucho al cine, incluso más que ahora. Un par de veces por semana veían alguna película, de manera que el cine ofrecía al Gobierno de los EE.UU. una oportunidad de oro para llegar a ese gran público. El Tío Sam también encontró en Bugs Bunny, el conejo más famoso de la Warner, un excelente aliado en la búsqueda de financiación para la guerra contra nazis y nipones. Bugs pidió a los americanos desde la gran pantalla que comprasen bonos de guerra «para la libertad». Los ciudadanos «patriotas» los adquirían esperando contribuir así al «esfuerzo bélico» de la nación.
El soldado Snafu
Hasta que llegaron a la caja tonta en los años 50, los «dibus» eran una cosa de mayores. Eso sí, aunque estaba destinada a un público adulto, la propaganda animada de la Warner o Disney tenía que pasar por el filtro de la exigente censura. En las cintas que animaban a apoyar a los muchachos que luchaban contra el totalitarismo en Europa y el Pacífico no había desnudos ni bailes lascivos, tampoco suicidios y las explosiones no podían suceder cerca de la cara de sus víctimas ni podían demembrarlas. Incluso se obligó a los directores de animación a eliminar las ubres de sus vacas parlanchinas.Pero con la propaganda que el propio Ejército estadounidense destinaba a sus soldados, ocurría algo bien distinto. En los dibujos animados «made in US Army» destacaba un personaje por ser el que mejor representaba al yanqui que se encontraba en medio de aquella guerra: Snafu. El nombre del personaje quiere decir en el argot militar «totalmente jodido», que es como entonces se sentían los soldados americanos. En las cintas de Snafu se sucedían escenas picantes con palabras malsonantes que en realidad instruían a aquel particular público, de forma entretenida, contra las bombas trampa y otros peligros. También advertían contra los espías, los más peligrosos, las mujeres.
Fuente: Diario ABC.