Revista Diario

Mickey vuelve a casa

Por Desmadreando @desmadreando

Hay un momento lúcido en la maternidad que te muestra el camino de la verdadera felicidad: el momento en que enciendes el televisor y tu bestia se queda zumbada gracias a Mickey Mouse y su secta.

Mickey vuelve a casa

Todo es felicidad absoluta hasta que un día, después de 125 000 horas de escuchar la canción maldita, decides que Mickey debe ser exiliado ¡de por vida!

Es así como sacas valor desde el fondo de tu ser-madre y tomas la decisión. Ni más ni menos vas y entierras a Mickey vivo. ¡A ver si Toodles y sus herramientas lo sacan de este berenjenal!

Optas por el silencio.¡Aaahhhh delicia de Dioses!

Esto es un gozo no apto para madres. Demasiado placer. Por lo que cuando ves a la bestia retorcerse frente al televisor y sollozar la muerte del amiguito sabes que ha llegado la hora de optar por otras cuestiones menos cansinas.

Y entonces te enchufas a Jake y los Piratas (qué aún no entiendo porque aparece Garfio y Peter Pan no. Si alguien lo sabe por favor que me explique), te chutas la Doctora Juguetes ¡e incluso bailas al ritmo de Manny Manitas! pero nada es igual…hace falta la “Mickey Danza”.

La ropa sucia se lava en casa señores, pero este duelo sale de paseo. Cuando salimos de casa y Critter por casualidad se cruza con una juguetería o con cualquier tienda de ropa que tenga el mal gusto de usar al ratón como estampado guay con purpurina, mi niña señala y llora. Sabe que hay que rendir tributo a los grandes.

Eso si, el duelo poco a poco va cediendo y cada día sufre un poco menos. Para que esto sea así, uno debe hacer limpieza absoluta: nada de Minnie´s de peluche, ni de teléfonos de Mickey, ni de anuncios en la televisión. Nada de nada.

Uno ilusamente piensa que ha logrado eliminar a la plaga de su casa cuando un buen día- de esos que aparecen muy esporádicamente- Semenator decide dejarme dormir un poquito más y llevarse a Critter a jugar.

En eso escucho -a lo lejos- mientras la baba escurre de mi boca para aterrizar en mi almohada dejando otra mancha singular (si no me creen quiten la funda y verán lo mucho que babeamos) como Semenator le dice a su pequeña (con voz de ultratumba de esas que escuchamos mientras estamos profundamente dormidos): “Criiiittttttter miiraaaaa quiéeeeen estáaaaaaa aquíiiii: ¡MICKEEEEEEEYYYYYY!”

Gritos.

Por más que intento levantar mi ser, éste no me responde.Está profundamente dormido. Intento salir corriendo como mejor puedo y cuando llego al salón ya es tarde.

Critter está frente al televisor saludando a su amiguito, a Mickey, moviendo el culete al ritmo de la danza de la plaga y cuando éste pide ayuda para llamar a alguien- en ese justo momento Critter lanza su cuarta palabra en su corta vida:

Mickey vuelve a casa

 

TOOOODLEEES.

¡Con acento y en inglés!

¡Esa es mi hija!

Sonreí.

Después de meses de repetirle los sonidos de los animales, decirle abuela-abuelo, yaya, guauguau, caca ¡TODO FONEMA IMPRESCINDIBLE EN ESTA VIDA! NA-DA. Ni una palabra nueva….

Y va y dice ¿Toodles?

Mickey vuelve a entrar desde hoy en mi casa y como le enseñe inglés, sumar, restar y hasta defecar ¡LE OTORGO EL TÍTULO DE MADRE!


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