Revista Cultura y Ocio
Una fotografía en las alturas
Había amanecido pero, quién lo diría. Una espesa niebla nublaba la vista en el horizonte, una bruma inamovible que absorbía incluso las voces. Se dirigían a la noria para mirar en lo alto de la cabina más allá de los edificios, para tratar de encontrar el piso en el que vivirían alguna vez.
Mirando al futuro a pesar de la espesa bruma. Se decía María una y otra vez, esa frase llegaba a su mente en ese miércoles incluso caminando hacía la universidad. Dani la esperaba en la entrada con los tiques para subir a la atracción. Al apoyarse la cabina se inclinaba ligeramente hacía el lado puesto, pero él la acompañaba de la mano para poder entrar sin hacerse daño. Como un caballero a pesar de sus maneras y manías. El maquinista apretó el botón verde y empezaron a elevarse, hacía el cielo. Se encaramó a su abrigo rojo y observó como Dani miraba hacia abajo, mirando a la gente y las otras atracciones se encogían en la superficie. —Saca el camarón que nos van a frenar —y Dani sacó de la mochila la cámara grande y negra—. ¿Estoy guapa? —Pon cara de miedo, como si fueras a caer —y él posó el dedo sobre el botón negro. —Ni de coña. Vamos, haz la foto, para mi book —y puso sus manos sobre sus rodillas y se apoyó sobre las rejas amarillas. Clic, clic, clic. Tres fogonazos blancos iluminaron su bello rostro. Después apunto hacía el horizonte y volvió a hacer fotos, también de la vista desde lo alto de la noria. Pero volvieron a accionar al enorme monstruo de hierro y bombillas y bajaron. Ya no volvieron a parar y empezar a girar en círculos cada vez más rápido. María se agarró porque se resbalaba en su asiento de hierro y miraba a Dani que trataba de mantener el equilibro pero el movimiento acabó pronto pues, les pararon y les ayudaron a bajar casi sin enterarse, de manera ágil. Y volvieron a encender a la máquina. Después ambos pasearon por el recinto ferial y siguieron su camino pensando, sin hablar. La niebla absorbía sus pensamientos como todo lo demás.