Se volvió coleccionista de momentos contigo. De todos los que nunca tendréis. Coleccionista de sonrisas. Aquéllas que quisiste regalarle, incluso de aquéllas que aún le niegas. Coleccionista de susurros y besos. De ésos aún le debes unos cuantos. De cigarros que te pidió que no te fumaras, y lo hiciste de todos modos. De verdades a medias, de miradas vacías, de palabras congeladas y de historias sin final feliz. Coleccionista de navidades insípidas, perdidas detrás de caretas y grandes disfraces. Coleccionista de segundas partes, incluso de terceras y cuartas.
Pero se cansó de coleccionar. Un día se levantó temprano, abrió la ventana y respiró todo el frío que cupo en sus pulmones. Decidió que a partir de ese momento quería ediciones exclusivas. Pases privados. Sesiones deluxe.
Y empezó a vivir.