Sabemos de la maravillosa conexión que existe entre una madre y su bebé. La madre, desde el momento en el que es consciente de su embarazo crea un vínculo muy fuerte con su bebé, lo es todo para él, le da calor y sustento.
Esta conexión especial, no es solo el amor entre ambos, un estudio reciente, ha demostrado que se produce un microquimerismo fetomaternal, es decir, las células madre del bebé pasan a través de la placenta al cuerpo de su madre y viceversa.
El microquimerismo es la presencia de células genéticamente diferentes en un organismo.
Se ha demostrado cómo las células madre que aporta el bebé a su mamá, ayudan a reparar los corazones lesionados de las embarazadas. Las células fetales pueden migrar al corazón y reparar el tejido dañado.
Se ha demostrado que otra forma de microquimerismo, es la transferencia de un gemelo a otro, después de un aborto, o incluso durante un embarazo anterior.
Los estudios recientes hacen pensar que estas células pueden permanecer durante décadas a lo largo de la vida de la madre con una duración de hasta 27 años.
Se piensa, que las células fetales pueden prevenir la formación de tumores, afectando al sistema inmune. Las células fetales perciben las células tumorales como ajenas y las atacan.
En el caso de la Ovodonación (la donación de óvulos), se ha demostrado que obviamente, el feto posee carga genética de la donante pero a demás posee células de la receptora de los óvulos.
Todos estos estudios sobre el microquimerismo, se han realizado con enfermedades complejas, donde intervienen para su desarrollo factores genéticos y hormonales, estas células podían ser activadas por un posible factor ambiental y, una vez activas, reconocerían diferencias, después viajarían a la piel y otros órganos, pudiendo iniciar un torrente de sucesos.
En este campo aún quedan muchas cosas que demostrar, mi conclusión, es que el dicho de “mi hijo es lo mejor que me ha pasado en la vida” no es sólo cuestión de amor…….
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