Cada vez que se recogía la melena en un moñete o en una coleta, en lo alto de la cabeza, su hijo de dos años se ponía a lloriquear "¡coleta quitaaaar!", letanía que, de tanto repetir, fue perfeccionando hasta conseguir el perfecto ruego plañidero: "¡mamiiiii, quita coletaaaaa!".
Como con la coleta no había suficiente, Rubiazo decidió que cada vez que su madre se pusiera esa chaqueta marrón de andar por casa, también lloriquearía y se la intentaría quitar... "¡mamiiiii, chaqueta noooo, quitaaaa chaquetaaaa!"
Después de mucho cavilar, y de unas cuantas cajas de paracetamol, mamá encontró la solución: calefacción a tope en pleno otoño, hojas de parra para todo el mundo y la melena laaaarga hasta la cintura.
Adán&Eva rule!!!! Nudismo power!
(Ya estamos mirando casa en Papúa)
#Microrealidaddeloscasi40
CON M DE MAMÁ