La alergóloga le comentó que, una vez confirmado el asma de su hijo, alérgico perdido a los ácaros del polvo, tenía que seguir unas estrictas pautas de higiene y limpieza.
No es que no limpiara antes, al contrario, siempre se había considerado una persona pulcra y ordenada. Sin embargo, se trataba de tener la habitación de su hijo, y todas sus pertenencias, lo más "asépticas" posible.
Y así fue... Para muestra, un botón... O mejor: un bote de crema.