El rey escuchó la demanda de aquel sabio que le había enseñado un juego tan interesante. Tras meditar largamente la propuesta se dispuso a cumplir su promesa: - Doble de granos por cada casilla del tablero, de acuerdo... Entonces le entregó un grano y le dijo: te pagaré a plazos. Planta este grano en mis campos, con tres granos de la cosecha pagaré el primer y segundo plazo. El siguiente año puedes plantar dos granos sobrantes y de los frutos cobrarás tu deuda. Seguirás así cada año, hasta 64, sembrando el doble de trigo cada vez tomándolo de los granos sobrantes... El resto, si quieres agradarme, lo entregarás al granero real.
El sabio, reconociendo que la sabiduría del rey superaba la suya, respondió:
Gracias, mi rey: os perdono la deuda. En realidad no necesito semejante riqueza.
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