Revista Cultura y Ocio
Aquel cirujano, inspirado en los catéteres que tanto había utilizado, guió el delgado tubo por la red de tuberías de la casa. Cuando alcanzó el baño de la habitación inyectó 30 litros de nitroglicerina en los conductos de los sanitarios. Después apretó el botón que activaba el pequeño detonador situado junto a la microcámara. Las habitación donde dormía su esposa infiel y su amante saltaron por los aires.
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