Ser un número primo era original. Él sabía apreciar su independencia: no necesitar a nadie para ser uno mismo. Cuanto más grande se hacía la familia más difícil era que apareciera otro marcado para la individualidad. Alejado de las tablas de multiplicar, sólo con el 1, ancestro germinal de la especie, mantenía relaciones filiales. Soltero entre pares, era el antepasado de una nueva familia de múltiplos. Era independiente y solo. Y también necesario.
Jesús Marcial Grande Gutiérrez