
Una noche se coló en aquel portal. Entonces liberó a gusto sus intestinos largamente reprimidos. A continuación introdujo un petardo en aquel montón de caca maloliente y encendió la mecha. Salió apresuradamente. Ya en la calle, escuchó la explosión y los gritos horrorizados de los vecinos: el portal había quedado hecho una auténtica mierda.

Jesús Marcial Grande Gutiérrez