THE END
Ahí se encontraba ella como cada tarde desde hacía varias semanas, a menos de metro y medio de distancia, sentada en la primera fila de butacas que recreaban vidas enteras. Ahí estaba ella. Su mirada nublada y la mía se cruzaron en queda contemplación. Inmóvil permanecía hasta que se cerraba la ventana del embrujo y se encendían las luces de la sala. Entonces bajaba sus párpados, suspiraba profundo y retenía la lágrima. Yo no podía resistirlo por más tiempo y no tuve más remedio que atravesar la pantalla y darle un primer beso.
ESTAMPA
Alonso del Toboso, con sólo cinco años, hilaba palabras mejor que la aguja inquieta de Dulcinea. Incluso leía de corrido el Amadís de Gaula y Tirante el Blanco. Sancho dormía la siesta y don Miguel, esperando la vuelta del Galán del Rocín , descubría la fórmula para nuevas y disparatadas series televisivas.
Por Atilano Sevillano