Revista Cine
Director: Jonah Hill
Una de las películas que con más entusiasmo esperaba era "Mid90s", la opera prima de Jonah Hill, el gordito grosero de "Superbad" (once años han pasado desde entonces, demonios, yo aluciné con esa película ja, ja) infinitamente imitado en productos similares, filme rodado en preciosos y evocadores 16mm, en una relación de aspecto de 1.33 por lo demás, que nada tiene que ver con esa moda de mierda de nostalgia envasada anzuelo para incautos sin personalidad que tanto se estila ahora, tanto se estila que hasta un producto como "Transformers" tiene la urgencia de plegarse a dicha tendencia, no señor, lo que Jonah Hill hace es, en efecto, retrotraernos a una época, pero no necesariamente a una década específica (si bien esta historia se ambienta en los desencantados y andrajosos noventa), sino que a un momento de la vida que trasciende cualquier tipo de escenario temporal, lo que la convierte en una obra intemporal, ese momento de la vida en donde se te aprieta el estómago hasta doler, en donde la garganta se cierra hasta no poder respirar, en donde los nervios hacen del presente un oscuro callejón sin salida, en donde pasan infinitud de cosas y todo es posible y nada es posible y al demonio con todo y no si la cosa no es tan mala si aún se puede sonreír, en donde uno se cree lo más insignificante del universo y luego que no que somos geniales que podemos derrotar todo eso que nos hace sentir mal, en fin, un maldito torbellino que Jonah Hill captura, retrata y expresa con sorprendente y admirable madurez, transparencia, autenticidad, libertad, nada de sentimentalismos ni de homenajes ni de romanticismos, amén de su brillante guión, su brillante dirección de actores (impresionantes Sunny Suljic y sus amigos skaters, y ya ni hablar de Katherine Waterston), su brillante puesta en escena, de un conocimiento y belleza cinematográficos apabullantes, tan rebosante de estilo como de sensibilidad (sabe cuando mover la cámara y cuando usar la música, más aún, sabe cuándo NO mover la cámara ni usar la música, conoce la virtud de la quietud y el silencio... y qué montaje, lección de montaje señores), narrando como un maestro una historia palpitante, intensa, visceral en el sentido de que estamos ante personajes de carne y hueso, que viven se reproducen y mueren, confusos y golpeados por su humanidad, lo que quieren y lo que tienen y lo que pueden tener y claro, lo que en realidad les toca, en ese perpetuo torrente de pequeños acontecimientos que avanzan con tal fuerza que sólo se puede seguir, qué catarsis a ver, qué lecciones de moral e inspiración a ver, qué tiempo de lamentaciones a ver, sólo llora límpiate las lágrimas y sigue con lo tuyo, con tu música, con tus sueños, con tu día a día entre golpes y apretones de mano y palmadas de espalda y risas y, en fin, que no se puede pretender decirlo todo y bien lo sabe Jonah Hill, que cuenta lo justo, quizás un poco menos, a lo mejor un poco más, pero lo justo, que con esta su opera prima nos entrega una verdadera obra maestra y que no se diga más, qué más podría decir, no se me ocurre nada más, (no) está todo dicho, esto es cine, el cine es vida, la vida es cine y feliz me voy ahora a dormir, estos son ochenta minutos de puro arte y recuerden, se llama "Mid90s".
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