Este año, el mítico Woody Allen nos vuelve a presentar otra deliciosa comedia, asentándose en una de las ciudades más preciosas del mundo, París. No es la primera vez que el director Neoyorquino graba en la capital francesa, y según el resultado. Creo que tampoco será la última. En esta ocasión, en el reparto, mete nuevas caras. Como Owen Wilson, cuyo actor hace años. Tuvo un intento de suicidio, por una gran depresión o la actriz francesa Marion Cotillard (que en estos momentos esta también en la película pequeñas mentiras sin importancia)
Gil es un escritor de guiones de Hollywood. Que lo que más desea en el mundo. Es trasladarse a París, para poder desarrollarse como a un escritor. Por un lado su futura mujer, accede a su deseo y viajan hasta París. Donde en una noche. Decide pasear por el centro de la ciudad. En medio de la media noche un coche de época aparece con Scott y Zelda Fitgerald. Invitándole a una fiesta. A partir de esa noche, todas las demás se volverán mágicas para Gil. Descubriendo a sus ídolos de la literatura francesa de la época dorara.
Tanto sus decorados, como las interpretaciones y el ambiente festivo a ritmo de charleston. Son una verdadera obra de arte que no se puede dejar pasar por alto. Por otro lado se demuestra la pasión del cineasta Allen, al tratar de reflejar la ciudad. Siendo esta una de las más preciosas del mundo. Solo pondría una pega. Y es que no hubiera estado demás que hubiera aparecido Van Gogh. Eso si que hubiera sido la caña. Pero bueno, al mismo tiempo que mezclan autores de distintas épocas dentro de la película ¿porque no pedir más?
Como dijo Humphrey Bogart Siempre nos quedara París...
Nota.-9/10