El médico especialista en oncología Javier Herráez, colaborador habitual de este blog, me envía un artículo que por su interés y capacidad didáctica les resumo. Está publicado en el nuevo blog que hacen entre cuatro personas.
Miedo
En el paradigma que vivimos el miedo ha sido el catalizador del “progreso”. No tenemos más que echar un vistazo a nuestro alrededor para ver a lo que nos ha conducido. Creo que tenemos que cambiar de paradigma por uno cuyo motor sea el amor desbancando al miedo de nuestras vidas.
Me pide consejo un amigo, porque su mujer está muy asustada: le han dicho que el infarto cerebral de su padre “es genético”. ¡Claro!, así es lógico asustarse y “someterse” a lo que sea para prevenirlo. Actualmente la medicina también se basa en el miedo. El médico cree que es responsable de curar y “tiene miedo” de que le acusen de no hacerlo. El paciente “tiene miedo” de “coger” cualquier enfermedad, que no se sabe de dónde vienen la mayoría. Ahora existe un nuevo miedo que ya nos incluye a todos los familiares de alguien que tenga algo grave, decirnos “que es genético”. Se les dice a los pacientes con una irresponsabilidad pasmosa que su cáncer o ya cualquier cosa son genéticos sin estar probado “científicamente”. Pero lo fuerte es que estas actitudes no benefician al paciente ni al médico poco informado.
¿A quién benefician entonces estas creencias? Les invitamos a la meditación sobre el tema, algo que parece “que nos da miedo hacer”: tener nuestro propio criterio. Porque sólo vale la pena el de los “expertos”. Esta idea la hemos asumido mediante imprinting como les pasa a los seres no racionales. Seguimos rigiéndonos por nuestra parte biológica y por ello no somos personas soberanas, inteligentes y con conciencia de tener derechos, sino sólo seres que responden a su instinto de supervivencia, el determinismo de la biología que tenemos que aprender a trascender, que tenemos que superar. Obedecemos porque tenemos miedo a no hacerlo, nos creemos todo o peor aún, aceptamos cualquier cosa solo porque viene del médico, del cura, del juez, del policía, del padre, de la madre o de las santas escrituras. Todo menos aceptar o creer en nosotros mismos, en nuestra parte superior, nuestra humanidad. Todo menos ser felices.
Porque lo que nos causa miedo son las consecuencias que podríamos tener si nos salimos de lo establecido. El cambio es difícil solamente por este miedo por el que creemos que si empezamos a actuar como “sentimos” que debemos, seremos rechazados y perderemos el apoyo de nuestra red social o del sistema que tanto creemos necesitar para seguir viviendo. Esto es sólo determinismo biológico, como animales que somos aunque racionales, creemos que necesitamos ese reconocimiento de la “manada” para poder seguir sobreviviendo y llegamos incluso a renegar de nuestro propio sentido común, y lo que es peor, de nuestro propio raciocinio. Justo aquello que nos hace superiores a los asustados animales.
La ciencia actualmente se ha convertido en un dogma. Hay una película de Amenabar que cuenta cuando empezó la decadencia del conocimiento racional y se la recomiendo: “Agora”. Superar el condicionamiento biológico-animal va a ser el paso decisivo en el inicio del cambio de paradigma, porque incluye además de superar el miedo al cambio, superar el condicionamiento del ego colectivo: el mismo “miedo”. Tenemos miedo a cambiar aun cuando podamos saber que es necesario y conveniente. Pero sólo cuando lo consigamos iniciaremos la apertura necesaria para que mejoremos nuestras relaciones y dirigirlas por lo que aún no hemos aprendido del todo: el amor verdadero. El ser humano no será superior a los animales hasta que no integremos el amor en nuestras vidas, por muy racionales y científicos que nos creamos.
Porque decirle a una persona asustada, preocupada y en inferioridad de condiciones que lo suyo puede ser genético me parece de todo menos “amoroso”. Y se dice por temor, para defenderse de preguntas como: “entonces, ¿es que aún siguen sin saber por qué es?”. Y lo penoso es que ya se sabe porqué son muchas cosas, pero la actitud dogmática está impidiendo que las aprendamos cuando así precisamente nos liberaríamos. ¿Es que acaso interesa que sigamos en el miedo?
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