Revista Opinión

Miedo A La Página En Blanco (Refle)

Publicado el 19 noviembre 2018 por Carlosgu82

Y están esos momentos en que uno tiene que sentarse a reflexionar, por que uno de los grandes problemas del escritor es decir algo, es comunicar algo, independientemente de los criterios existentes, del comprometimiento que tenga con determinado tema, pero siempre tiene la necesidad - repito - de comunicar, el escritor va lidiando con los avatares cotidianos y en contra de todo, busca el medio para advertirnos de lo que está pasando a su alrededor, por que la cotidianía lo afecta, la pobreza lo afecta, el maltrato lo afecta, el absurdo lo afecta, lo despedaza el ambiente, lo compromete más, con su obra, con el lector. Con su caos-universo, con su poética ya formada o deformada por tal sociedad, y pese a todas las desventajas, el escritor tiene la obligación de escribir para las siguientes generaciones, la estructura escogida, la forma que utilice para crear el mundo, el mundo desbordante que florece desde el yo espiritual y metafísico, que es centro de su poética y que casi siempre es juzgado como parte de su vida personal, que absolutiza lo que realmente nos importa, pero repito nada hay de personal en esa creación, es el transito al estado de locura, la sintonía con ese mundo colmado por musas, que todas quieren salir, todas te imponen un discurso, una forma, pero nos quedamos como al margen, nunca logramos expresar un tres por ciento de lo que pensamos, ese pensamiento es tan caótico, es en si contradictorio, los temas en muchos casos son recurrentes, y es algo de lo que ningún escritor logra escapar, toda obra podría caber perfectamente en un solo volumen, los personajes se nos hacen cotidianos, cambiamos el color de su pelo, pero seguimos con un arquetipo antepuesto por aquello que nos gusta, o nos llama la atención, pero nadie es profeta en su tierra, lo dice la Biblia, los escritores, son esos locos marginados, impresentables -tal vez -, pero recibidos en otras latitudes, totales desconocidos en su mundillo local, maloliente y quebradizo, ese no puede ser el legado, ese no es el principio del fin, la creación no es la complacencia de otros, el arte es sólido, es espontáneo, único, puede ser efímero, perecedero, puede ser en cartón o sobre piedra, pero nos atrae, el arte no es solo música y ron para embriagarnos, no es la sustitución de los valores y las tradiciones adquiridas, no es la adsorción de lo peor de otras culturas, no es tomar fragmentos de fragmentos de otras subculturas, de movimientos marginales, de tendencias que no aportan nada, la creación no es la sustitución de materiales, de pensamientos de personas, de funcionarios, de artistas, sino de conciencia, no puede existir una obra de arte que degrade la mujer, o la patria, eso puede ser cualquier cosa menos arte, el artista y su obra, ese que no tiene los medios, que casi no tiene voz, que baja la cabeza, por que lo han traicionado, por que su obra no encaja, cuando su obra es la que realmente encaja, la que sigue siendo tradicional, pero que tiene su sello, esa que no existe un buen jurado para valorar, que los funcionarios correspondientes mandaron a un buró, entonces que musa nos corresponde, que dios nos anima a continuar creando, que puede quedar de esa obra que después de muertos nos engrandece para bien de, a favor de, en contra de.


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