Edmundo Juan Nogales Arancibia.-
No hubo otro caso en la historia del país en el que se haya tenido un presidente con tanta legitimidad
La reelección de Evo Morales como presidente del Estado Plurinacional de Bolivia llega como una necesidad para la continuidad del proceso de cambio, y debemos reconocer que no se ha avanzado en la formación de cuadros para dar continuidad al proceso en marcha, no hay liderazgo que le haga frente y eso es tan positivo como negativo, porque si bien la derecha no puede aspirar a llegar a la presidencia, la ausencia de Evo también podría truncar el proceso.
Debate constituyente
El debate sobre la reelección no es reciente, en el proceso constituyente realizado entre el 2006 y el 2008, la derecha boliviana ya veía como una amenaza la posibilidad de continuidad de Evo en el poder político, por ello, aprovechando que el Movimiento Al Socialismo no contaba con dos tercios en la Asamblea Constituyente ni en el Senado, demandó la modificación de muchos de los artículos de la Constitución aprobada por los constituyentes en el departamento de Oruro. Para dar viabilidad al referéndum aprobatorio, algunos de los puntos fundamentales que lograron fueron:
- La protección del capital privado, fundamentalmente transnacional.
- La modificación del proyecto de economía social comunitaria, reemplazándola por el de economía plural, que reconoce la existencia de distintos tipos de economía como la Estatal, Cooperativa, Social Comunitaria y Privada, con el objetivo de mantener el sistema capitalista como el dominante en la formación social boliviana.
El texto constitucional aprobado en grande, en detalle y en revisión, en Oruro, en diciembre de 2007, señalaba: “El periodo de mandato de la presidenta o del presidente y de la vicepresidenta o vicepresidente del Estado es de cinco años, y pueden ser reelectas y reelectos consecutivamente”. La modificación en la Nueva Constitución Política dicta: “… y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua”.
El temor a lo cierto
El temor que tiene la derecha a la reelección de Evo tiene su fundamento, no hubo otro caso en la historia del país en el que se haya tenido un presidente con tanta legitimidad, que accedió al cargo con más del 51 por ciento de la votación (2005), que venció un referéndum revocatorio con el 67 % (2008), que ganó la elección nacional como primer presidente del Estado Plurinacional de Bolivia con el respaldo del 64,2 % (2009), que salió triunfante en la reelección con el 61,4 % de apoyo del pueblo (2014), y que, además, viene desde las luchas sociales y sectores más empobrecidos del país.
La voz de los movimientos sociales
En las filas del MAS-IPSP se discutió el tema electoral recientemente. En abril de este año se realizaron las elecciones para Gobiernos Departamentales y Municipales, en la que el resultado fue adverso, y se perdieron 8 de las 10 ciudades más grandes del país, y, aunque se ganaron en 6 de 9 gobiernos departamentales, el peor escenario se presentó en la sede de gobierno, el Departamento de La Paz, donde se sufrió la derrota en la gobernación y la alcaldía de las ciudades de La Paz y El Alto, esta última por una gestión ineficiente y muchos indicios de corrupción. En ese escenario electoral se visibilizó que el apoyo a Evo alcanza a casi dos tercios pero, en general, el Movimiento Al Socialismo obtiene menor apoyo de esa misma base social. Lo anterior obliga a modificar la Constitución si se quiere continuar con el avance del proceso cuando termine la gestión presidencial el año 2019.
La reelección presidencial y apoyo de la clase obrera
Aquí es necesario revisar la experiencia del proceso venezolano que el año 2007, con una ambiciosa propuesta de modificaciones en su Constitución Política, para avanzar en la construcción del socialismo del siglo XXI, llevaba la posibilidad de reelección indefinida para el cargo de presidente, sin embargo, Chávez no logró ganar en aquel referéndum por un pequeño margen, presentándose gran ausentismo pese al paquete de medidas sociales favorables a los trabajadores y sectores empobrecidos.
Aquella derrota llevó a que el año 2009 se replanteara la reelección indefinida, pero en ese momento ya no era sólo para el Presidente sino también los gobiernos subnacionales, logrando la victoria. En Bolivia, desde hace algunos días, han salido los representantes de los partidos de derecha indicando que es antidemocrático que haya libertad de reelección y que se está instaurando una dictadura o monarquía, planteamientos que dan a entender su ignorancia política porque en ningún caso se está presentando la figura de “monarquía”, sin contar que dejan fuera del análisis la situación de los distintos sistemas políticos del mundo, en los que países como Suiza, Alemania e Italia –ejemplos de democracia para la derecha– no ponen límites a la reelección de sus representantes en el poder ejecutivo.
No menos importante es revisar el sujeto que asumió de manera directa el debate, el bloque social revolucionario expresado en la Coordinadora Nacional por el Cambio (CONALCAM), cuya conducción es asumida por la clase obrera, ante el reciente debilitamiento de las organizaciones indígena originario campesinas por indicios de corrupción en algunos de sus representantes en el manejo del fondo indígena.
Es CONALCAM el que decide plantear la propuesta de reelección al cargo de Presidente por dos veces continuas, analizando que, ante la ausencia de liderazgos que puedan dar continuidad al proceso, es necesario retirar esa barrera en la Constitución Política del Estado, insertada por la derecha desde el parlamento el año 2008, y acercarse a lo aprobado en la Asamblea Constituyente; también lo hace entendiendo que el gobierno que representa Evo Morales es de los movimientos sociales, y que las políticas de largo plazo, como la Agenda Patriótica 2025, deben tener continuidad. Cabe destacar que la mencionada coordinadora de organizaciones se convierte así en un actor político que puede definir los lineamientos a seguir, a lo que hay que añadir que con el paso dado a propiciar el reencuentro entre el Gobierno y la Central Obrera Boliviana (COB), aprobado en un ampliado nacional de la clase obrera en noviembre de 2013, fortaleció el debate ideológico acerca de la profundización del proceso.
Los ataques de la derecha a la CONALCAM han comenzado, por un lado, desde la presencia de las cooperativas mineras –sin entender que los cooperativistas explotadores son no más del 5 % de todo el sector y que el 95 % termina siendo explotado por esa minoría–, y, por otro, desde los colegios de profesionales y sectores empresariales que no están representados pues sus intereses clasistas no tienen cabida en este espacio de articulación política de las clases explotadas de Bolivia.