El pasado domingo 19 ingresaron a LittleAna en la UCI del Niño Jesús. Fue una noche muy dolorosa y de mucho miedo pero no quiero centrarme en ello. Os advierto de que lo mío no es la narración pero siento la necesidad de expresar algunas cosas y lo haré lo mejor posible.
Durante estos días se me ocurrían muchas formas de enfocar este post: desde el dolor, desde la impotencia... pero me quedo con el punto de vista de la admiración y la gratitud:
Admiración por los padres que hemos conocido. Hombres y mujeres que de un día para otro se convierten en héroes (y lo escribo como lo siento, no me gusta ser melodramática ni cursi... ya sabéis que no soporto a Luis Miguel).
Hablo en serio: padres y madres que de la noche a la mañana se dan de bruces con lo peor, con un hijo luchando por su vida. En concreto hablo de los padres de Álvaro, Sarai y María, con ellos compartimos horas muy intensas. Personas normales cuyas circunstancias les hacen extraordinarios.
Por supuesto no voy a hablaros de sus casos pero creo que es justo homenajearles por su fortaleza, porque pese a recibir un golpe tras otro se mantienen en pie.
Y admiración por los niños que están hospitalizados. Por su fortaleza y aguante, no dejan de sorprenderme.
Gratitud a los médicos y enfermeras, a los celadores... a todos los que nos trataban con cariño, nos informaban y aconsejaban por nuestro bien. Por que ellos también son papás y mamás que se curran una guardia con una sonrisa en la cara para cuidar de nosotros mientras no pueden hacerlo con los suyos.
A los voluntarios y payasos del Niño Jesús por ser un soplo de aire fresco en esas habitaciones que a veces cortan en aliento.
Imágen sacada de la web www.risasdeemergencia.org
A nuestra familia y amigos, a todos, a los que llamábais para interesaros, a los que no llamais para no molestar pero que os sentimos igual de cerca, a Gonzalo y Mónica por sus dibujos de bienvenida a casa. Y como no a los abuelos y tíos, por estar a nuestra disposición y cargarnos la moral cuando estábamos agotados de impotencia.
A David, por ser fuerte, querernos así y cuidarnos tanto. Y por supuesto a Ana, que cuando tuvo oportunidad nos echó esa sonrisa que nos hizo invencibles sin saberlo. Nunca me he sentido más vulnerable pero al verla bien, fuerte y valiente (pese al escenario de cables y tubos) nos dio vida extra.
Lo que daría por saber expresarme mejor... me he quedado corta en todo, sobretodo en los agradecimientos a los abuelos.
Al menos me he quitado la espinita.
See you later alligator!