En el siglo XVI existía entre los jóvenes artista extranjeros el miedo a la influencia de la vida italiana. ¿Porqué? Porque el ejemplo que daban los artistas italianos de derrochadores no era aconsejable para pintores jóvenes llegados de otros países. Si observamos el caso de El Greco veremos en que consistía dicho miedo. El Greco estuvo en Venecia y se encontró con Tiziano, el que fuera su primer maestro. Allí fue testigo de todas las costumbres suntuosas que llevaban a cabo los artistas italianos de renombre. Cuando El Greco se instaló en España empezó a llevar un “tren de vida” lleno de lujos y de suntuosidades. Jusepe Martinez nos dice “que ganó muchos ducados, pero los despilfarró en una vida ostentosa; incluso mantenía a músicos asalariados en su casa de modo que pudiera gozar de todos los placeres mientras comía.”
Cuando El Greco llegó a Toledo el año 1576, venía ya con una fama que le precedía. Los precios que impuso por sus obrar eran muy superiores a lo que pedían los artistas españoles. Incluso mantuvo varios pleitos con clientes con respecto a los honorarios que cobraba.
El Greco fue un pintor muy famoso, pero poco a poco fue declinando dicha fama, y pasó los últimos días de su vida recluido en su casa. Un inventario hecho después de su muerte reflejaba que las 24 habitaciones de la casa en la cual vivía estaban vacías. Lo único que se conservaba era una buena biblioteca, y una cocina relativamente cómoda. ¿Porqué declinó dicha fama? No hay un motivo claro y definido. Pudo ser una mezcla de todas estas situaciones: incapacidad física que le impedia trabajar; cambio de gusto por parte de los clientes; que fuera víctima de intrigas; la expulsión de moriscos y judios que hundieron económicamente a Toledo.
Anuncios &b; &b;