Quizás la palabra "miedo" es la palabra de moda en nuestra sociedad, y también la más oída en nuestro día a día. Miedo a perder el trabajo, miedo al rechazo, miedo a la muerte, miedo a la soledad, miedo al fracaso, etc... En resumen, esa palabra nos asusta incluso más que aquello a lo que tenemos temor, se nos ha instalado en nuestros cerebro como un parásito y pase lo que pase, nadie nos puede quitar la maldita palabra.
Pero... ¿Podemos hacer nosotros algo contra esa especie de enfermedad que ha aparecido en nuestras vidas? Por supuesto que sí, luchar contra ello, porque no podemos vivir con miedos, tenemos que enfrentarnos a ellos, porque ese sentimiento nos impide vivir las cosas de la vida que queremos vivir. Tenemos que disfrutar cada minuto, cada segundo de nuestras vidas sin pensar que eso que queremos vivir vaya salir bien o mal, simplemente sentirlo y respirarlo como si al segundo siguiente se fuera acabar el mundo.
Y ahora me diréis... ¡Pues vamos a vivir de forma irresponsable! ¡Vamos a tirarnos al agua desde una altura de 6 o 7 metros de cabeza! ¡A cruzar con los ojos cerrados la autovía! etc... ¡¡¡¡NO!!!! una cosa es vivir sin miedos y otra muy distinta vivir sin cerebro.
A lo que me refiero es que si tenemos trabajo y tememos perderlo, sigamos trabajando y que el destino o la crisis sea lo que Dios quiera, disfrutar de nuestro trabajo mientras lo tengamos y no preocuparnos por algo que quizás ni ocurra. Si tenemos miedo a perder a la persona que amamos, hablar con esa persona para solucionar los problemas que haya y vivir nuestra relación de amor día a día sin pensar en que eso tan bonito algún día acabará, porque es una tontería estropear una relación sea cual sea por culpa de nuestros miedos.
Si todos dejáramos nuestros miedos aparcados, seguramente nuestra vida en general iría mejor, estoy seguro.