Hoy me gustaría hablaros de los MIEDOS que nos acechan a todas en algún momento desde el preciso instante en que la prueba de embarazo se pinta de rosa o le salen dos rallitas.
Todas, en mayor o menor medida, cuando somos niñas soñamos, jugamos, con ser madres, en algún momento de nuestra infancia, lo recordemos o no, nos hemos convertido en mamás de nuestro "nenuco". No sé si por genética/naturaleza o por norma social esa inclinación existe.
Luego, con el tiempo, hay a quien se le agudiza este instinto maternal y hay a quien no, la vida nos va moldeando hacía un lado u otro. Y ahora está muy en tendencia el pique " malas madres VS buenas madres ". No voy a entrar en ello, me parece que no se puede generalizar hasta tal punto de ponerte en un lado o en otro simplemente porque tu instinto maternal no se haya despertado o, por otro lado, rebose por todos los poros de tu piel. Por favor, dejemos de juzgar a las madres, bastante tenemos cada una de nosotras con saber cómo se hace eso de "traer una personita al mundo" y que crezca, como poco, feliz y sano.
1.- ¿NACERÁ SANO?
Creo que esto se piensa muy a menudo al principio del embarazo y sobretodo al final, en la recta final. No quiero ponerme trascendental pero, ahora soy muy consciente de que allá en lo que pones tu "foco" se expande, así que, ¿por qué en lugar de pensar que nacerá con algún problema, pensamos que tendremos el bebé más sano del mundo? La naturaleza sabe lo que tiene que hacer, es sabia, y en un mundo de probabilidades, el tanto por ciento de que un bebé se desarrolle normalmente es más alto que el que tenga algún problema durante su gestación. Así que, hazte un favor, visualízate con tu bebé en brazos sano y precioso. Al fin y al cabo, nos cuesta el mismo trabajo que imaginárnoslo con algún problema. Y por lo menos, de esta manera, tendremos un embarazo más tranquilo y saludable.
2.- ¿ENGORDARÉ MUCHO DURANTE EL EMBARAZO?
Sé que esto puede sonar superficial, porque al fin y al cabo, lo principal es que tú y tu bebé estéis bien, y los kilos que cojamos son secundarios, pero siempre nos dicen que luego esos kilos cuesta mucho quitárselos de encima y que un parto con muchos kilos es peor que con pocos. Mi experiencia me dice, y he pasado dos veces por ello, que da un poco igual lo que te propongas.
Con mi primer hijo yo no me cuidé en absoluto, y cuando digo esto, me refiero a que comía lo que me daba la gana y cuando me daba la gana, daba igual dulce que salado, tenía hambre a todas horas. Resumen: cogí 30 kilos y me planté en el hospital con 100 kilos de peso.
Os podéis imaginar las broncas que tuve que aguantar por parte del médico, salía llorando de la consulta cada vez que iba al reconocimiento. Pero aún con 30 kilos de peso todo, absolutamente todos los análisis y pruebas salieron estupendamente, no tuve azúcar, no tuve falta de hierro, ¡nada! Yo además me sentía estupendamente y, sorpresivamente, ¡muy ágil! Mi niño nació con un peso normal, unos 3 kilos, muy guapo y muy sano, y yo pues me quedé con casi los 30 kilos pa'mi. Pero no me digas cómo lo hizo mi cuerpo que esos 30 kilos los fui perdiendo por el camino, no hice regímenes ni ejercicio en un gimnasio, solo seguí mi vida normal. El caso es que a los 4 años, cuando me volví a quedar embaraza había vuelto a mi peso de antes.
Y qué pasó con el segundo embarazo?. Yo era muy consciente de los 30 kilos que cogí y no quería volver a pasar por las broncas del médico, así que me esforcé muchísimo porque no se volviera a repetir, y me cuidé como nunca lo había hecho. No probé un dulce, comía sano, a mis horas, salía a andar, seguía las recomendaciones del médico... Resumen: hierro bajo, azúcar en el límite, me sentía cansada, multivitaminas desde el principio... todo era diferente excepto en una cosa... volví a coger 30 kilos. ¿Por qué? ¿Qué pasó? no lo sé, y no me lo pregunto, pero llegué a la conclusión de que el cuerpo tiene vida propia y da igual lo que te propongas, él es el que está embarazado y sabe lo que se hace. Volví a plantarme en el hospital con 100 kilos. Suena a risa, pero así fue. La niña nació bien, sana y preciosa, y con casi 3 kilos, así que eso era lo que importaba. ¿Yo? pues a casa con casi los 100 que me había ganado en los 9 meses. ¿Qué pasó? Que con el "mismo" esfuerzo que la primera vez los he ido perdiendo en estos años.
Moraleja: No estoy diciendo que no te cuides, en absoluto! Vas a ser mamá y por ti y por tu niño tienes que cuidarte, pero ¡NO TE OBSESIONES POR EL PESO! creo que eso es la clave. No dejes que nadie te haga daño con sus comentarios por los kilos que has cogido o has dejado de coger. Hazte fuerte y que te resbale. Al final todo vuelve a su ser.
3.- ¿LE PODRÉ DAR EL PECHO?
Desde siempre hemos sabido que lo mejor para un bebé es la leche materna, y todas deberíamos poder amamantar a nuestros pequeños. Pero puede suceder que no tengamos leche suficiente, el bebé no se coja bien al pecho, o nuestra leche no le alimente lo suficiente. A mi me pasó con mi primer hijo. Estuve 3 meses sólo a pecho. Y tengo que reconocer que fue poco menos que un suplicio. Así lo siento, qué se le va a hacer. Cada 10 minutos le tenía colgado de la teta, daba igual dónde estuviera, no aguantaba ni de día ni de noche, no podía separarme de él ni cinco minutos. Y yo lo único que le decía al médico es que necesitaba descansar, que le quería dar biberón, y su única respuesta era que no, que lo mejor era la leche materna. Así que aguantas, porque es tu primer hijo y te dices que tú no sabes, y además si lo dice el médico que es el que sabe.... ERROR!! Lo primero que tienes que tener muy claro es que tú sabes mejor que nadie lo que necesita tu hijo. Yo sabía que mi hijo estaba pasando hambre, yo sabía que no tenía suficiente con lo que yo le estaba dando. Pero aguanté por lo que me decían los demás. Cuando a los 3 meses decidí por cuenta propia dale un biberón, mi hijo y yo empezamos a descansar y a disfrutar. Él empezó a dormir bien, empezó a descansar, y por añadidura yo también.
Con mi niña, ya no iba de novata. Y desde el primer día en el hospital hubo pecho y hubo biberón. Por el día yo le daba el pecho, y por la noche biberón. Mi marido y yo nos turnábamos en los biberones, de esta manera, los dos descansábamos, y además su padre también entraba en el juego de la alimentación, se sentía partícipe de ello. Todo fue a las mil maravillas.
No te cuento esto para que hagas lo mismo que yo, con mi experiencia solo quiero que te des cuenta de que dejamos que los demás se metan en nuestra manera de ser madres, y está bien oír consejos, pero que sean consejos no imposiciones, porque tú eres su madre y nadie mejor que tú sabe lo que necesita tu bebé. Hazme caso en esto, cuando le tengas en brazos sabrás cómo hacerlo. Y si por algún motivo no puedes darle el pecho ¡NO PASA NADA! tu bebé lo único que quiere es que estés con él, que le quieras, y que le alimentes, con biberón o con teta, da igual, quiere que le des lo que sea pero con amor, no con remordimientos de "tengo que hacerlo porque me han dicho que es lo que hay que hacer". Decidas lo que decidas hacer - pecho o biberón - hazlo con amor y todo irá bien.
Hay muchos más miedos, continuaré en otro post. Pero si te sientes identificada con algo de lo que aquí te he contado te agradezco tus comentarios, seguro que otra mamá también puede venirle bien leer que no es la única con esos sentimientos. Así que comenta y comparte PF.
FELIZ DÍA DE LA MADRE!