Hemos estado de viaje en familia. Eso siempre suele ser un gran aliciente para aprender alejados de nuestras zonas habituales de confort. Valencia y la Sierra de Segura han sido los destinos. En este último lugar pasamos un fin de semana junto a nuestros amigos Marga y Jose, ambos pletóricos viviendo en pleno campo, y ya superada la decisión que les llevó allí. Su actual contacto con la tierra, con las plantas y con los animales es para nosotros un chorro de aire fresco en el camino de ser más conscientes del planeta que habitamos.Ser una pareja joven en un entorno paradisíaco, casi abandonado, hace que los ancianos del lugar se vuelquen en cederles sus huertas y sus conocimientos sobre la tierra y los recursos naturales de la zona. Pero ese contacto les hace ver hasta qué punto el ser humano se cree el "ombligo" del mundo y esquilma los recursos de su entorno. Jose nos narró sus primeras experiencias como apicultor "novato" y nos dejó "boquiabiertos". A pesar de lo mucho que hacen las abejas por el sostenimiento de nuestros ecosistemas, nos contaba cómo muchos apicultores vacían casi totalmente de miel y cera las colmenas para sacar unos pocos euros más, dejando a miles de abejas en total debilidad para superar el invierno, y despreocupándose por la continuidad de las abejas reinas y todo el enjambre que les sigue. Ya que nos proveen de miel y cera, polinizan nuestros campos, y son generadoras de vida con ello, ¿no se merecerían otro trato? El resultado: colmenas muy debilitadas y miles de abejas muertas.Desgraciadamente no fue el único ejemplo de falta de sintonía entre ser humano y resto de seres: nos hablaron de cazadores que matan ciervos para exhibirlos en el bar del pueblo durante cinco minutos, y luego tiran sus restos en el monte, sin aprovechamiento ni siquiera de esa carne.Estas y otras muchas posturas son las que nos hacen darnos cuenta de que nos alejamos a pasos agigantados del SOMOS UNO que rige en la Naturaleza. Si tratamos así a los animales con los que convivimos en la Tierra, ¿no estaremos abocados a que nos suceda lo mismo como especie? Ya sabemos que recibimos del Universo en función de lo que damos al Universo. ¿Y luego nos extraña que los gobiernos sometan a sus súbditos a desahucios, pobreza extrema y corrupción en nombre de la macroeconomía? Pero ¿no hacemos lo mismo con nuestros hermanos los animales?Antes, cuando se convivía con las vacas, las gallinas y algún conejo, y nuestra alimentación dependía en parte de ello, se les cuidaba como parte de nuestra vida. Eran UNO con nosotros. Ahora todo se mercantiliza y se lleva al terreno monetario. Y "ojos que no ven...". Por eso cuesta tan poco"atiborrarse" de carne de otros seres vivos: no hemos convivido ni cuidado de ellos, no los hemos tenido que sacrificar. Tan sólo cogemos una bandeja del frigorífico del supermercado, de forma muy aséptica, sin pensar lo que implica ese acto. Y sin plantearnos que ni siquiera esa carne forma parte de una dieta sana para nuestro cuerpo. Lo hace todo el mundo, lo machaca la televisión... Cómodo y sin mayores complicaciones a nivel de consciencia.No hace mucho me hice consciente de lo que implica abrir el frigorífico y tomar un vaso de leche. Para que eso sea posible de forma masiva y para millones de personas, son millones de vacas que son violadas sistemáticamente para que generen leche para unos terneros que les son arrebatados nada más nacer. Generan leche cuando hay embarazo, como le pasa a la mujer. Los gemidos de pena son sobrecogedores. Tanto como leer decenas de estudios que afirman el sinsentido de la leche de vaca para el ser humano.Todo es cuestión de "consciencia", de hacerse presente en lo que hacemos y vivimos. Y por desgracia, para el ser humano parece que no se trata de una colmena con miles de abejas: se trata de X euros. No se trata de terneros apartados masivamente de sus madres: se trata de euros por litro de leche o por kilo de carne. No se trata de familias que se van a la calle, o de personas que mueren por falta de asistencia sanitaria: se trata de una reducción del gasto público.No queda otra que aumentar nuestras dosis de consciencia en lo que hacemos, en lo que pensamos, y en cómo vivimos. Es la única forma de hacernos UNO con lo que nos rodea. Ser responsables y conscientes es la única forma de lograr ser libres. Es la única forma de conseguir que la miel sea dulce y no amarga.