Revista Poesía
Mientras caíamos.
Me pareció ver, mientras caíamos,
una flor marchita deshojarse.
El viento acarició sus hojas,
mis manos lo emularon en tu rostro.
El infinito fue tan pobre en ese instante,
tan miserablemente imperfecto,
tan llano como mi alma sin la tuya.
El atardecer moría en aquel silencio
mientras tus labios rozaban mi boca.
(La caída se afilaba ante nosotros.)
Las manos se tornaron despedida ante el ocaso…
Y así, sin decir más, tocamos fondo hasta rompernos.
-Mientras caíamos-