Edición: Lumen, 2014 (trad. Aurora Echevarría Pérez)Páginas: 504ISBN: 9788426400512Precio: 22,90 € (e-book: 11,99 €)Leído en versión original.Muchas personas hemos crecido escuchando cuentos populares dulcificados por Disney: relatos de princesas de largos cabellos que son víctimas del hechizo de una bruja y no logran romperlo hasta que un príncipe sella su amor con un beso. Hubo una época en la que creer en estas fábulas era inevitable, pero el tiempo pasa, los valores cambian (afortunadamente) y necesitamos reconstruir el imaginario de los cuentos de hadas. Esto es lo que hace la escritora estadounidense Elizabeth Blackwell en su tercera novela, Mientras las princesas duermen, una nueva versión de La bella durmiente dirigida al público adulto. Llega en un momento oportuno, coincidiendo con el estreno de Maléfica, la última película de Angelina Jolie, que enfoca esta misma historia desde la perspectiva del personaje perverso.En Mientras las princesas duermen volvemos a encontrar ese ambiente medieval de tintes góticos, con un castillo y unos reyes con problemas para concebir. La narradora es Elise, una chica que empieza a trabajar allí como criada, siguiendo los pasos de su madre. La joven hace buenas migas con la taciturna reina Lenore, una mujer tan atormentada por las dificultades para quedarse embarazada que se deja ayudar por Millicent, una huraña tía del rey que dice ser una experta en remedios naturales. Finalmente, la reina da a luz a una niña, Rose, pero el nacimiento enfurece a los otros aspirantes al trono: por una parte, el hermano del rey, un príncipe guerrero, que deja de ser el principal sucesor; por la otra, Millicent alega que no le han compensado la ayuda que dispensó y, como castigo, augura la destrucción del reino y la muerte de la princesa. Sin embargo, su hermana Flora, también herborista, vaticina que, pese a no poder deshacer las palabras de Millicent, Rose no morirá. Para ello, le enseña todos sus conocimientos a Elise, que desde ese momento se convierte en la protectora (y más adelante la amiga) de la heredera.Los elementos básicos de los cuentos de Charles Perrault y los Hermanos Grimm se reconocen en el argumento: unos reyes con problemas para concebir, el nacimiento de una niña, una maldición, la aportación de una sabia bondadosa para compensar el mal augurio de la anterior… y más detalles que no puedo revelar. No obstante, el gran mérito de Elizabeth Blackwell reside en construir la trama sin recurrir a la magia de forma explícita, es decir, no hay una princesa que se pincha con un huso y cae dormida. Todos los sucesos tienen una doble interpretación: las predicciones de Millicent y Flora, pero también el simple transcurso de la vida, acontecimientos corrientes que podrían haberse dado igualmente. La autora juega con la ambigüedad para recrear la historia con realismo, como demuestra el hecho de que las hermanas se presenten como mujeres herboristas y no «hadas».La introducción del personaje de Elise, además, le permite hacer un (necesario) giro en clave feminista: el bienestar de la princesa ya no depende de un príncipe azul, sino de su amiga, una chica luchadora que se ha preparado para cuidarla. Se ensalzan valores como la amistad, la lealtad y el trabajo en equipo, por delante del amor romántico superficial. La autora también reflexiona sobre la confrontación entre la libertad individual y las obligaciones para con el reino, tanto de Rose, que a medida que se hace mayor no tiene claros sus deseos de ser la soberana, como de Elise, que a menudo se debate entre marcharse a vivir su vida o mantenerse fiel a su amiga. Elise tiene su propia historia independiente, que hace más rico y apasionante el entramado de la obra. En general, este retelling denota una mayor madurez en la caracterización de personajes que el cuento.
Elizabeth Blackwell
En suma, Elizabeth Blackwell ofrece una mirada inteligente que aprovecha la base gótica de La bella durmiente, pero la adapta para que resulte más verosímil y la enriquece con valores contemporáneos como el papel activo de la mujer en la sociedad (en el caso del libro, en el reino), el individualismo y el esfuerzo para conseguir los objetivos marcados. Está escrita con vocación de entretener al lector, por lo que abundan la acción, la intriga y los sentimientos; y emplea un estilo ameno, depurado y elegante, con mucho diálogo y sin descripciones superfluas. Si disfrutáis con los personajes femeninos fuertes, las reinterpretaciones de cuentos tradicionales o, simplemente, las buenas novelas de aventuras, emoción y misterio, disfrutaréis de Mientras las princesas duermen.