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Mientras rodaba una pelota

Publicado el 24 marzo 2013 por Santiago Tuñez

Por Gabriel Tuñez (*)

“Fue el 24 de marzo de 1976. Lloré. Hace una semana no quería usar grandes palabras, ahora no las encuentro”. La frase parece un llamado triste ante el arribo al poder de la dictadura más sangrienta en la historia argentina. Pero no. Es el inicio de una crónica deportiva, de un partido de fútbol que el seleccionado argentino jugó el mismo día que Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti tomaron por asalto el gobierno a sangre y fuego para comenzar un accionar asesino y represor que duraría hasta el regreso de la democracia en 1983.

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El estadio de Slaski, en la ciudad polaca de Chorzow, fue el escenario de una victoria argentina que mereció las lágrimas del cronista de El Gráfico, la revista deportiva que abrió su edición con un editorial elogioso al “nuevo gobierno, que conmovió” al país. El fútbol, por sobre otros deportes, fue el principal instrumento que utilizó la dictadura para esconder sus crímenes, su economía corrupta, su censura y sus persecuciones.
Aquel equipo dirigido por César Menotti, que luego la prensa tendría prohibido criticar, le ganó a Polonia 2-1 y formó con Gatti; Tarantini, Olguín, Pedro Killer y Carrascosa; Trobbiani, Gallego y Bochini; Héctor Scotta, Luque y Kempes. Los goles fueron convertidos por Scotta y René Houseman, en el segundo tiempo. Antes, en el vestuario, conocida la noticia del golpe de Estado, Scotta y Kempes lloraron y pidieron regresar al país, pero fueron convencidos para no hacerlo por Menotti y el dirigente encargado del equipo, Pedro Orgambide.
Un año después, Kempes sería el goleador del Mundial ´78 y bautizado El Matador, un apodo que les habría caído mejor a los gobernantes. El Mundial fue el muro que escondió la realidad del país y que, un año antes de su organización, el periodista Rodolfo Walsh explicó en su “carta abierta” a la Junta Militar. “Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra que desnuda el terror”.

La dictadura basó su accionar en la colaboración de los principales diarios y revistas del país, que avalaron la represión y ocultaron la realidad en sus comentarios. Contó también con el relato de José María Muñoz, que tranquilizó a los jugadores en Polonia cuando dijo que en el país, el 24 de marzo de 1976, “por suerte no había derramamiento de sangre”. Y con la represión de la policía, que mató al hincha Gregorio Noya cuando en la tribuna de Estudiantes de La Plata asomó una bandera con la leyenda Montoneros.
En 1976 se jugaron 752 partidos en el país. A 37 años del inicio del gobierno militar, una generación de abuelas, madres e hijos volverá a marchar a la Plaza de Mayo para recordar la sangre derramada, reiterar el pedido de justicia para los dictadores que gozan de la impunidad y repudiar la represión ejercida en el país, mientras en la cancha rodaba una pelota.

(*) Esta nota fue escrita por el autor para la Agencia Infosic


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