El miércoles de ceniza es la festividad católica que marca el comienzo de la cuaresma, es decir, los 40 días en los que la Iglesia llama a los fieles a la conversión y a prepararse verdaderamente para vivir la Semana Santa.
La ceniza, se remonta a la Iglesia primitiva, donde las personas se colocaban ceniza en la cabeza y se presentaban para recibir el sacramento de la confesión el Jueves Santo, el sentido penitencial de la cuaresma inició aproximadamente 400 años D.C y a partir del siglo XI, la Iglesia en Roma impone a los fieles la ceniza al inicio de la cuaresma.
En el misal romano, se explica que en la celebración eucarística, se bendice e impone en la frente de los files la ceniza que se prepara quemando los restos de las palmas benditas del Domingo de Ramos del año anterior, se rocía con agua bendita y se aromatiza con incienso. La función de la ceniza es reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. La ceniza, por lo tanto, le recuerda al cristiano su origen y su fin: «Dios formó al hombre con polvo de la tierra» (Gn 2,7); «hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho» (Gn 3,19).
Cuando no hay sacerdote la imposición de cenizas puede realizarse sin misa, de forma extraordinaria. Aunque lo mejor, es que sea acompañada con la liturgia de la palabra. La bendición de las cenizas, como todo sacramental, solo puede realizarla un sacerdote o diácono y puede recibirlas cualquier persona, inclusive no católica.
Este día es obligatorio el ayuno para los mayores de 18 años y menores de 60, los fieles pueden tener una comida “fuerte” una sola vez al día y la abstinencia de comer carne, obligatoria desde los 14 años. Todos los viernes de Cuaresma también son de abstinencia obligatoria. Los demás viernes del año también, aunque según el país puede sustituirse por otro tipo de mortificación u ofrecimiento como el rezo del rosario.