Revista Viajes
Hay a quienes les atraen las playas, las ciudades grandes, el campo, los deportes extremos, la aventura… a mí me gusta todo eso, pero definitivamente #miescape ideal es a alguno de los muchos pueblos hermosos de México.
A los pueblos con encanto de este país se llega siempre por carretera y el camino mismo es un deleite; te sabes cerca porque comienzas a ver la venta de frutos, flores, vegetales, artesanías y bocadillos propios de la región.
Una vez que se arriba al pueblo, es momento de abandonar el auto y entregarse a recorrer los senderos a pie; sólo así disfruto, conozco y nace esa conexión que me hace regresar una y otra vez a lugares como Bernal, en Querétaro; Sayula, en Jalisco; Mineral de Pozos, en Guanajuato; Lagos de Moreno, en Jalisco; Cholula, en Puebla; Tepoztlán, en Morelos y muchos más.
Son pueblos de atardeceres bellos, cielos azules, aire puro y gente buena; con calles limpias, templos que suenan sus campanas en puntos de las 7 am en domingo y mercados que abren incluso antes de que el Sol lance sus primeros rayos.
Comer en sus mercados es obligado: gorditas, chalupas, tlacoyos, tamales, menudo, birria… un sinfín de platillos típicos que el paladar adora porque son preparados con las recetas caseras. Nunca faltará tampoco el pan dulce, el buen café, el atole, los frutos y los dulces de leche o las cocadas.
También en los mercados se encuentra el producto de las manos sabías que nuestra gente crea, las artesanías. Paja, madera, telas, lazos, estambres, hilazas, hojas, cáscaras de frutos… cualquier cosa puede convertirse de lo simple a los maravilloso, porque así son nuestros artesanos, capaces de mostrarnos la belleza que se puede sacar de lo cotidiano.
Las costumbres en los pueblos son arraigadas y eso es uno de sus grandes encantos, pues se puede ver que las tardes transcurren con tranquilidad, entre charlas en los portones, juegos de los niños en las calles, música en las plazas y no falta por supuesto la cantina o fonda, punto de encuentro para familias y amigos. Ahí me gusta ir, porque hay buena bebida y comida, tequila, mezcal, aguas de frutas, pozole, tostadas, tacos…
Recorrer los caminos de los pueblos es conocer sus entrañas, entre viejas casonas, pisos sueltos o empedrados, iglesias, bardas caídas, casas con ventanas abiertas, jardines, escuelas y plazas, están los secretos que habrá que descubrir para encontrar el amor por ese pueblo, el amor que me hace extrañar cuando ya no me encuentro ahí y que despierta en mi los deseos de volver.
Y aunque todos los pueblos de México tienen similitudes, la realidad es que sus características particulares son tantas que este país nos regala una tremenda variedad de lugares para visitar.
Así pues, lo he dicho muchas veces y lo repito, pueblear es lo mío y es como me gusta vivir #miescape.