Miguel Ángel Hernández, La so(m)bra de lo real, Barcelona, Holobionte (2021)
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"El arte -sostiene Lacan en La ética del psicoanálisis-, igual que el sujeto, se (con)forma en torno a un vacío, un lugar que solo se habita in absentia, el lugar de la Cosa ( das Ding). Dicha Cosa es un vacío primordial que se encuentra fuera del lenguaje, y que, precisamente, no puede ser simbolizado por estar 'más-allá-del-significado'. Es ese real de la Cosa lo que sustenta al sujeto, el centro ausente en torno al cual este gira sin cesar, aquello que aquel persigue, el objeto causa del deseo, la jouissance suprema a la que aspira el sujeto. Sin embargo, ese goce supremo -que sería mejor traducir como gozo, casi en el sentido del éxtasis de la mística- es siempre inalcanzable, puesto que está regulado por el principio del placer, por esa barrera inaccesible que hace que el sujeto literalmente 'se tuerza' al llegar a él y se encuentre del otro lado. Un goce que quema y que es inaccesible por la misma preservación impuesta por el principio del placer. Cuando el sujeto se acerca demasiado al goce de das Ding, se desmonta, literalmente, se 'de-sujeta'. La Cosa, podríamos decir, es la ausencia necesaria que cohesiona y mantiene al sujeto, el vacío que sostiene la estructura de lo Real, Simbólico e Imaginario. [...] La religión intenta evitar la Cosa, desplazar su vacío sobre la muerte y el porqué de la existencia; y la ciencia (la razón), al igual que el paranoico, realiza una Verwerfung, una forclusión, ignorando el vacío de la Cosa. Lo característico del arte es, en cambio, la represión ( verdrängung) de la Cosa, de modo que su estructura es semejante a la del histérico, que se pregunta constantemente 'qué objeto soy yo en el deseo del Otro'."