Revista Sociedad

Miguel díaz-canel: el que yo conocí

Publicado el 28 febrero 2013 por Jediloy @jediloy
La memoria que llevo dentro
¿CÓMO ES EL HOMBRE DEL RELEVO CUBANO?
Jesús Díaz Loyola
Atrio Press
No ha hecho mas que tomar la cartera de la Vicepresidencia Primera de Cuba y ya se le cuestiona como un continuista, pero lo que más trasmite ahora Miguel Diaz-Canel es la dosis de un espíritu nuevo y emprendedor con que llega a la más alta cúpula del poder.
En 20 años, los que han llegado a conocerle -me incluyo- y le conocen ahora, saben que es así. De él ha dicho el actual presidente cubano, Raúl Castro: "Tiene un alto sentido del trabajo colectivo y de exigencia con los subordinados y predica con el ejemplo en el afán de superarse cotidianamente".
Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez (Villa Clara, 1960) es un ingeniero electrónico con amplia carrera política. "No es un advenedizo ni un improvisado", justifica el presidente Raúl. Tiene tras de si una trayectoria laboral de casi 30 años.
Desde sus funciones primeras como dirigente juvenil en los ochenta, una inquieta pujanza por buscar los problemas donde están y resolverlos, se adivinó en él.
Un estilo de movimiento y acción propias lo descubrían en cualquier parte, lo mismo en una cola pública que en un esquina o un parque del lugar más insospechado de su Villa Clara natal. Pocas veces se movía en los coches Lada 1600 de las últimas herencias soviéticas en la Cuba de los ochenta, porque Díaz-Canel muchas veces iba en bicicleta.
Escuchar a todos y de todo es el mayor ingrediente de la autoridad moral que lo acaba de situar en la cartera de vicepresidente primero del país.
Promovido o no por Raúl, se lo tiene bien ganado en su avance imparable y desinteresado como hombre de masas y hombre de a pie.
Me atrevo a decir que Diaz-Canel ha hecho de todo en la vida que ha llevado, y llega lleno de lucidez al poder.
En las innumerable marchas y motivos juveniles que marcaron su primera etapa en Villa Clara, el joven Miguel siempre iba delante, no por ser el primero, sino por ese espíritu afanado de verlo todo primero antes que así mismo.
En aquellas marchas célebres que recuerdan sus años vitales de juventud, a la hora del sándwich de las meriendas y los almuerzos, Díaz-Canel era fervoroso, gentil y educado. Comía con todos y se sentaba entre todos.
No reparaba en orgullos de cargo para extender a cualquiera un bocado.
Comía a la par que charlaba e indagaba, y aprendía: "Con ustedes aprendo", nos decía a los periodistas que seguíamos el fervor de aquellos motivos de los años jóvenes cuando nos marcaba la pasión desenfrenada por los grandes reportajes y aquella juventud de donde emergió Díaz-Canel era también nuestro blanco y objetivo.
La vida de a pie es una devoción en él. Le gusta caminar. Está en forma. Su excelente estado físico le ha acompañado siempre. Ahora es un quincuagenario encanecido, pero su buen aspecto sigue igual. Como hombre bien cuidado y prevenido, en su agenda no le falta el tiempo para ejercitar. En mi tiempo, que era el suyo, le gustaba andar de chandal y camiseta como delatando la vida sana con que predicaba el joven Miguel.
Sin cortapisas, a pie de calle habla con la gente. Le rodea el realismo y hurga en los trasfondos de los problemas mas álgidos y en los más insólitos. Lo llaman por su primer apellido: Díaz-Canel, o simplemente Miguel.
En realidad, comenzó a desempeñar funciones gubernamentales en 2009,
cuando fue nombrado Ministro de Educación Superior, cargo que ocupó hasta 2012, en que lo designaron Vicepresidente del Consejo de Ministros.
De sus años como ministro, cuentan en La Habana, las visitas espontáneas que Díaz-Canel realizaba a la Casa del ALBA, una institución cultural en la capital, donde se presentan proyectos culturales bien elaborados, sin nada que
ver con el reguetón vulgar de turno que adoran muchos jóvenes de hoy. Díaz-Canel iba allí y se sentaba en el suelo del portal a conversar sobre las preocupaciones de las personas, a escuchar y a sugerir o más bien que le sugieran a el.
Con 52 años bien curtidos, pero con aire nuevo y renovador llega a la vicepresidencia primera del Estado de la nación. Díaz-Canel es el hombre del relevo, y si en cinco años supera el desafío, podría ser el nuevo hombre del poder.
Las carteras de los cargos que ha ocupado legan su espíritu de rastreador de sus terrenos, palmo a palmo, como para que el personaje que es permanezca siempre en la vigencia de la vida de a pie,
Ahora Miguel Diaz-Canel se pone en la antesala del máximo poder para avenirse como la inspiración del hombre nuevo y renovador.
Le tacharan mas como continuista que como emprendedor. Su esencia es la esencia de Fidel y Raul: la certidumbre de que hacer trabajo de masas es fundamentalmente ocuparse del pueblo y el trabajador.
Que yo lo escriba no quiere decir que lo comparta. Pero todo esto explica porque un hombre de 52 años que no combatió en la guerra tiene la confianza absoluta de los líderes máximos del poder.
Su tendencia no puede ser otra: el continuismo marxista de la Revolución.
Pero Miguel Díaz-Canel tendrá por delante el mismo escollo con el que han lidiado en medio siglo Fidel y Raúl: la incompetencia burocrática que en gran medida ha entorpecido el curso de la vida nacional.
Díaz-Canel tendrá que ser él con su pasión encarnizada para llegar con lucidez al fondo de los problemas y afrontarlos hasta sus consecuencias. Pero todo no estará en las manos de Díaz-Canel. Ni lo estuvo en el ímpetu de Raúl ni en la voluntad y audacia de Fidel.
Díaz-Canel viene con aires nuevos que recaba todo poder. Querrá que no le pase lo que tantas veces ha contado Fidel: "Me ocultan verdades para no inquietarme".
Con 52 lúcidas primaveras, Díaz-Canel llega a la mesa de la vicepresidencia primera. Lleva mil afanes en su agenda. Desde sus años jóvenes fue un dirigente inquieto, y le gustará inquietarse ahora mas, y meterse en el trasfondo de la Cuba actual.
Hay una virtud particular en él, al menos la que yo recuerdo desde mis años de periodista provinciano en Villa Clara. Canel jamás rehusaba en contestar cualquier pregunta por incisiva que fuera, y nunca perdió la paciencia, ante nada ni ante nadie. Y eso es un buen síntoma para su auto de fe.
Como antes dije, si a la vuelta de un lustro a este cincuentañero le toca tomar la presidencia del país, como todo indica, tendrá mucho con que lidiar, pero el más grave escollo estará en el encubrimiento de las deficiencias que disfrazan las mentiras.
La Revolución donde ha crecido tiene logros: científicos, deportivos, culturales y muchos mas. Pero que la incapacidad burocrática ha lastrado los caminos de la vida nacional, tampoco se puede negar.
Un ejemplo, uno sólo. Nadie olvida en Villa Clara el día en que Fidel recorría el Circuito Norte tras el paso del huracán Kate que devastó la provincia. Ese día, Fidel a bordo de su Mercedes pidió tomar la Carretera Santo Domingo-Corralillo en afán de acortar el trayecto, y lejos el Jefe de la Revolución se llevó la sorpresa de una mentira colosal. Hoy ese tramo vial es un hecho agradecido a las grandes rectificaciones del gobierno central.
Probablemente, Cuba comienza ya a notar los signos de un gran renovador. Su desafío es mayor: demostrar que el país puede cambiar.
De él se sigue contando que es un hombre de calle, que habla con la gente y se detiene en sus vidas. Tal vez esa es la razón que esta misma semana lo sentó en la vicepresidencia primera de Cuba, aunque ya tiene detractores que lo miran como un partidario mas del continuismo en la isla.
MIGUEL DÍAZ-CANEL: EL QUE YO CONOCÍ
MIGUEL DÍAZ-CANEL: EL QUE YO CONOCÍ
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