Revista Cultura y Ocio

Miguel Primo de Rivera

Por Alma2061




Miguel Primo de Rivera Miguel Primo de Rivera El militar español Miguel Primo de Rivera nació el 8 de enero de 1870, en Jerez de la Frontera (Cádiz). Participó en las guerras de Cuba, Filipinas y Marruecos. Tras dar un golpe de Estado, en 1923, presidió un gobierno dictatorial (al que llamó Directorio) hasta 1930. Esta fue una de las últimas etapas del reinado de Alfonso XIII y de la Restauración española. Falleció el 16 de marzo de 1930, en París (Francia).
Miguel Primo de Rivera y Orbaneja Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (1870-1930), militar y político español, jefe del gobierno en tanto que presidente del Directorio Militar y del Directorio Civil, cargos desde los cuales ejerció la dictadura (1923-1930) durante el reinado de Alfonso XIII.

2 CARRERA MILITAR

Nació el 8 de enero de 1870 en Jerez de la Frontera (Cádiz), en una familia de tradición militar. Su abuelo paterno, el general José Primo de Rivera, combatió en la primera Guerra Carlista y fue ministro de Marina en 1839. Además, su tío Fernando Primo de Rivera, asimismo general y con quien compartiría destino en Filipinas años más tarde, era capitán general de Castilla la Nueva cuando dio comienzo la Restauración, a finales de 1874. A los 14 años inició su formación militar y en 1890 ascendió a teniente. Su primer destino fue, tres años más tarde, Melilla, donde consiguió el rápido ascenso a capitán e incluso la medalla Laureada de San Fernando, tras participar en un breve recrudecimiento de la guerra de Marruecos. Del norte de África, se trasladó en 1895 a Cuba como ayudante del capitán general Arsenio Martínez Campos. Dos años más tarde, ya como comandante, fue a Filipinas en compañía de su tío Fernando, al ser nombrado éste capitán general de aquellas islas, de donde regresó con el grado de teniente coronel en 1898. Participó por tanto en los últimos conflictos coloniales españoles: en la fase definitiva de la guerra de Cuba, en la que supuso la independencia de Filipinas y en el inicio del recrudecimiento de la llamada guerra de Marruecos. Se casó en 1902 con Casilda Saénz de Heredia, con quien tuvo cuatro hijos, el mayor de los cuales, José Antonio, nació al año siguiente de su boda. Su esposa falleció en 1908. Un año más tarde volvió a Marruecos ya como coronel y participó en distintos combates en la zona de Melilla. En 1912 ascendió a general de brigada, después de resultar herido. Regresó a España al año siguiente y, en 1915, se le encargó el gobierno militar de Cádiz en calidad de general de división. Participó en enero de 1917, durante la I Guerra Mundial, como observador en algunas campañas aliadas. En 1919 fue ascendido a teniente general y nombrado capitán general de Valencia. Muy pronto lo fue de Madrid. Pero fue relevado de este cargo, en 1921, por haberse declarado “abandonista” (partidario de la retirada de los objetivos española en el norte de África), frente a la política del gobierno y de amplios sectores militares, una actitud que, ya como dictador, reconsiderará en sentido “intervencionista”. Ese mismo año, tras el fallecimiento de su tío Fernando Primo de Rivera, heredó el título de marqués de Estella. En marzo de 1922 se le encargó la difícil capitanía general de Cataluña, con sede en Barcelona, donde se encontró con un ambiente social y político muy enrarecido, proveniente de la hostilidad del nacionalismo catalán más radicalizado, del gran descontento laboral y del deterioro del orden público, con pistolerismo incluido. Su política de firmeza le valió el apoyo del catalanismo conservador de la Lliga Regionalista. El expediente Picasso, abierto para depurar responsabilidades por el desastre de Annual de 1921, así como el pendiente rescate de los prisioneros en manos del jefe rifeño Abd-el-Krim, creó un clima de gran malestar dentro del Ejército. En otro plano, una serie de actos terroristas sonados, como los asesinatos del presidente del gobierno Eduardo Dato (marzo de 1921), o del cardenal y arzobispo de Zaragoza Juan Soldevila y Romero (1923), acentuaron el deterioro social en medio de una situación económica cambiante, provocada desde 1918 por el final de la I Guerra Mundial y de la bonanza económica que resultó de la neutralidad española en la misma. Entre tanto, el gobierno presidido por el liberal Manuel García Prieto desde diciembre de 1922 no conseguía controlar la situación, inmerso en el estado crítico de todo el sistema político de la Restauración.

3 LA DICTADURA

El 13 de septiembre de 1923, Primo de Rivera dio un golpe de Estado para el que contó con la anuencia del Ejército y la del propio rey Alfonso XIII. El periodo en que Primo de Rivera ejerció el poder en España, durante el cual se suspendió la vigencia de la Constitución de 1876, ha quedado dividido por la historiografía en dos etapas muy bien definidas: la del Directorio Militar (1923-1925) y la del Directorio Civil (1925-1930), diferenciadas ambas por los dos gobiernos distintos designados por él.

3.1 El Directorio Militar

Cuando Primo de Rivera proclamó la dictadura, tras la consulta al resto de los capitanes generales y con el visto bueno del propio Rey, estableció un régimen que partía de una gran improvisación doctrinal. En el manifiesto justificador del golpe, hecho público el 13 de septiembre, se mostraba depositario del “clamoroso requerimiento” del “pueblo sano”, que imponía dicha actitud con el objeto de llevar a cabo la liberación de la patria respecto de los “profesionales de la política”. Asimismo, en dicho texto se atribuyó la personificación de la solución propuesta por el regeneracionismo. Nombrado jefe de gobierno, el 15 de septiembre siguiente formó un Directorio Militar compuesto por él mismo como jefe de gobierno y otros nueve miembros del Ejército en calidad de vocales. Los ministerios perdieron su funcionamiento habitual y pasaron a ser ejercidos por meros funcionarios sin atribuciones verdaderamente gubernamentales. En aras del control social sacrificó el sistema democrático mediante el uso de la censura de prensa, la persecución política o el cierre del Parlamento. El acto exterior más destacado de estos años fue el desembarco de Alhucemas, que dirigió personalmente en septiembre de 1925.

3.2 El Directorio Civil

Tras los éxitos militares en Marruecos, Primo de Rivera, en lugar de retirarse, perpetuó su jefatura gubernamental a través de un segundo gobierno, instituido bajo la denominación de Directorio Civil, el 3 de diciembre de 1925. Desde entonces, pretendió institucionalizar la dictadura y crear un régimen nuevo dotado de sus propios organismos ajenos al sistema parlamentario. Como miembros de ese gabinete, que retornó al uso de la estructura habitual de los gobiernos anteriores al golpe de Estado y devolvió el nombre de ministerio a los distintos departamentos especializados, destacaron Severiano Martínez Anido, como ministro de Gobernación y vicepresidente del gobierno; José Calvo Sotelo, que desempeñó la cartera de Hacienda hasta el 21 de enero de 1930; Eduardo Aunós, ministro de Trabajo; Rafael Benjumea, conde de Guadalhorce, encargado del Ministerio de Fomento; y Eduardo Callejo de la Cuesta, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes. Él mismo ejerció el cargo de ministro de Estado (encargado de las relaciones exteriores) a partir del 20 de febrero de 1927 y, desde el 3 de noviembre del año siguiente, hizo desaparecer ese cargo para asimilarlo al desempeño de la propia presidencia gubernamental. Apoyado por parte del Ejército y por elementos de extrema derecha, Primo de Rivera intentó construir un régimen que sustituyera al caduco parlamentarismo que había dado comienzo con el reinado de Alfonso XII, padre del Rey, a finales de 1874. Es decir, desde su gobierno dictatorial quiso reemplazar definitivamente el sistema político propio de la Restauración. Pretendió dotar a su régimen de tres pilares básicos: un partido político (Unión Patriótica), unas Cortes sin capacidad decisoria (Asamblea Nacional Consultiva) y un borrador constitucional de signo ultraconservador que no pasó del proyecto redactado en 1929. En junio de 1927 se puso fin a la guerra de Marruecos y, tres meses después, se produjo la convocatoria de la Asamblea Nacional Consultiva, conformada orgánicamente (de forma corporativa, es decir, por representantes de instituciones y no de partidos) y encargada de redactar una nueva constitución, así como de aprobar otra serie de leyes fundamentales. No obstante, fue en el campo de la Hacienda y de las obras públicas donde el régimen dictatorial consiguió ganar sus mejores bazas. Calvo Sotelo logró aliviar la deuda pública y monopolizó un sector productivo clave como era el petróleo. En obras públicas, al calor de la situación económica, se ampliaron y mejoraron carreteras, puertos y regadíos. La oposición a la dictadura se acrecentó especialmente a partir de 1928: tanto intelectuales (Miguel de Unamuno, Ramón María del Valle-Inclán, Fernando de los Ríos o José Ortega y Gasset, por citar a cuatro de los más significativos), como estudiantes, políticos de casi todas las tendencias, sindicalistas y militares, especialmente artilleros, se enfrentaron al régimen primorriverista, en algunos casos mediante conspiraciones e incluso sublevaciones, como la Sanjuanada de junio de 1926 o el movimiento revolucionario que, en enero de 1929, encabezó el político conservador José Sánchez Guerra. Ante la creciente presión de la mayoría de los sectores de la población y la falta de apoyo de sus propios compañeros de armas, Primo de Rivera presentó al rey Alfonso XIII su renuncia el 28 de enero de 1930, dejando tras de sí todo un cúmulo de problemas irresueltos, incluida la misma viabilidad del sistema monárquico. Poco más tarde se exilió en Francia y, el 16 de marzo de ese año, falleció en París. El reinado de Alfonso XIII había quedado inevitablemente unido a la dictadura de Primo de Rivera y el final de ésta supuso el anuncio del ocaso de aquél. Su primogénito, José Antonio, defendió la actividad política del dictador durante los primeros años de la II República.




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